Monday, November 16, 2015

capitulo 42

La intensidad de su propio placer estuvo a punto de volverla loca. Peter se movía sobre ella con una fuerza rítmica que la hacía arder de deseo, gemir y luchar por conseguir aire. No parecía poder experimentar nada más que los poderosos movimientos de Peter dentro de su delicada feminidad y el modo en que le latía el corazón por el gozo que le producía aquella posesión. Poco a poco, Peter fue enviándola hasta la cima del éxtasis. Sintió un clímax tan fuerte que le pareció que se había roto en un millón de pedazos.
Peter contempló el placer que ella llevaba escrito en el rostro y sonrió.
—Nunca había sabido... —musitó ella—. No sabía que... pudiera sentir de ese modo...
—Una y otra vez,
bella mía
—susurró Peter. Entonces, la hizo tumbarse
sobre el vientre, antes de que ella pudiera comprender lo que tenía la intención de hacer—. Déjame demostrártelo.
—Peter...
Se sentía completamente asombrada al ver que él hacía que se colocara de rodillas. Volvió a penetrarla de nuevo. Lali estaba tan erotizada por las sensaciones corporales que había experimentado antes y por la sorpresa ante aquella nueva postura, que dejó escapar un grito de asombro.
—¿Te hago daño?
—No...
Lali cerró los ojos, tratando de convencerse de que no estaba haciendo aquello. Sin embargo, no podía creer el placer que volvió a surgir dentro de ella. A los pocos segundos, se sintió de nuevo lista para empezar. Ya no le importaba ni la preocupaba nada. Era una criatura esclavizada por las sensaciones. La excitación la tenía prisionera en una celda que Peter controlaba tan completamente que ella no era capaz de reaccionar ni de pensar. La segunda vez que el gozo se abrió camino a través de ella, no pudo reconocerse a sí misma como la mujer que gemía y ladeaba de aquella manera. La experiencia resultó aún más excitante al sentir que él temblaba encima de ella y oír que lanzaba un grito de placer al alcanzar él mismo su propio clímax.
En aquel momento, Lali se dejó caer sobre el colchón. Peter le dio la vuelta solícitamente y la cubrió con la sábana. Entonces, la acurrucó contra sí. Lali sentía que la piel de él desprendía un olor que ya le resultaba muy familiar y no pudo evitar besarle suavemente el hombro. Gozaba con aquella proximidad física. El silencio no la molestaba. Lo que acababa de compartir con Peter había sido una revelación para ella, tanto que le resultaba imposible
reaccionar.

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