Tuesday, November 3, 2015

capitulo 5

Él generalmente estaba con mujeres altas, de piernas largas, que podían cuidarse a sí mismas. Lo opuesto a aquella criatura. Tal vez por ello había sentido esas repentinas ganas de protegerla de aquel depredador de chaqueta de polyester.
Peter se inclinó hacia delante y le dijo al oído, alzando la voz para que pudiera oírlo por encima de la música alta.
—No quiero entrometerme, pero me da la impresión de que has bebido demasiado y me parece que deberías reconsiderar tu decisión de marcharte con este extraño. Como dueño del bar, quisiera que volvieras sana y salva a tu casa.
Ella asintió, y se puso a su lado.
—Lo siento, muchacho —le dijo al hombre, que se había puesto rojo de indignación—. Pero me parece que te voy a relevar a partir de aquí.
Sin esperar una respuesta, Peter rodeó la cintura de la mujer y la llevó entre la multitud hasta la entrada del club. Luego salieron a la calle. Peter miró alrededor para pedirle un taxi.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Peter.
Lali pestañeó, esperando que sus ojos se adaptaran de la oscuridad del club a la luz de la calle. No comprendía muy bien qué le había echo pasar de manos de un extraño a otro. Lo único que se le ocurría era que el primer hombre era un poco desagradable, y nada atractivo; mientras que el hombre que en aquel momento le tenía la mano era muy atractivo y le producía un cosquilleo en el vientre.
Tenía el cabello castaño oscuro, casi negro. Sus ojos parecían de color grises, pero podrían ser verdes, y su chaqueta azul realzaba sus hombros anchos. Era alto también, tanto que ella se tenía que poner de puntillas para mirarlo, aun con sus tacones.
Después de echar una ojeada a su cuerpo tan masculino, lo miró a los ojos y recordó que le había preguntado cómo se llamaba.
Lali carraspeó y dijo:
—Lali. Lali Esposito.
—Lali —él sonrió levemente, produciéndole nuevamente aquella sensación de cosquilleo—. Es un nombre muy bonito. Entonces, dime, Lali Esposito, ¿llevas mucho tiempo asistiendo a clubes?
Ella dejó de tirar del bajo del vestido para taparse un poco más las piernas y consideró la pregunta. Sinceramente, no sabía de qué estaba hablando. Se había sentido así toda la noche, preguntándose qué le encontraba de divertido toda aquella gente a aquella música que les rompía los tímpanos. O al calor, o a los apretujones de tantos cuerpos en un sitio tan pequeño.
Pero en cuanto las chicas del salón de belleza que le habían cortado, teñido y peinado el cabello se habían enterado del plan que tenía para su cumpleaños, le habían insistido en que tenía que ir al club más popular de la ciudad para ligar con un hombre picante. Sospechaba que ellas hubieran disfrutado más de su plan que
ella, pero tenía que admitir que sin la ayuda de ellas no hubiera llegado ni a la mitad de su plan.

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