El hombre se levantó y rodeó la mesa hasta llegar junto a ella, le tomó la mano y depositó un delicado beso en sus nudillos.
—Bienvenida a Glendovia, querida. Te agradecemos mucho lo que vas a hacer por nuestro país.
—Gracias, Majestad —replicó ella, sólo levemente intimidada por el hecho de estar hablando con un rey de verdad—. Es un placer conocerle.
Se giró entonces hacia la reina y se percató de que no se había levantado de su asiento. Ni siquiera le ofreció la mano cuando ella se acercó a saludarla.
—Majestad —murmuró Lali respetuosamente, haciendo una pausa delante de la mujer.
Por respuesta la reina se limitó a asentir con rigidez, dándole la incómoda sensación de que no era tan bienvenida en Glendovia, como Peter o su padre le habían dado a entender.
—Por favor, siéntate —le dijo la reina—. Pronto servirán la cena.
De vuelta junto a Peter, Lali le permitió que le retirara la silla para ayudarla a sentarse, antes de rodear la mesa y tomar asiento justo frente a ella.
Segundos después, se abrieron las puertas del comedor para dar paso a otra pareja. A Lali le resultó obvio que por lo menos el caballero estaba emparentado con Peter. Tenía la misma constitución, tono y estructura facial que Peter y el rey.
La mujer también compartía algunos rasgos físicos, pero Lali no quiso dar nada por sentado, por si acaso se trataba de una esposa o novia y no una hermana.
—Buenas noches a todos —saludó el hombre con voz atronadora y una amplia sonrisa.
—Madre, padre —entonó la joven, borrando así toda duda que pudiera haber en torno a su relación con los presentes—. Peter —añadió, posando las manos en los hombros de su hermano al tiempo que se inclinaba a darle un beso en la mejilla.
—Diablillo —replicó él, sonriendo ligeramente antes de desviar la mirada hacia Lali—. Te presento a mi hermano pequeño, Stefano, y mi hermana, Maria, el bebé de la familia.
La princesa Maria suspiró agobiada.
—Detesto que me presentes así —le dijo.
—Lo sé. Por eso lo hago —respondió él.
A Lali no le pasó por alto el brillo afectuoso presente en los ojos de Nicolas, ni el gesto divertido que cubría el rostro de su hermana conforme rodeaba la mesa para tomar asiento a la izquierda de ella.
No comments:
Post a Comment