Wednesday, December 2, 2015

capitulo 34

-Eso es asunto mío. Tienes unas horas para decidirte. Peter se marcha a Nueva York esta noche y entonces podremos trazar un plan -dijo Euguenia, levantándose del sofá-. Así que depende de tí, Lali. Pero no tienes opción. Si no aceptas, tendré que contárselo a mi hermano.
Lali volvió a la oficina, vacía en aquel momento, y se sentó frente al ordenador intentando calmarse. Si se marchaba de allí sin firmar el documento, Peter podría estropear la boda de Marianela. Pero si dejaba una carta prometiendo la transferencia, quizá con eso Peter se dada por satisfecho durante unas semanas. El era un hombre muy ocupado. No iba a dejarlo todo para volar a Londres por un asunto que no era de extrema urgencia.
La puerta se abrió entonces y Peter entro en la oficina.
Le dolía, le dolía de verdad ver aquella mirada fría en sus ojos. El dolor era insoportable. -¿Qué estás haciendo aquí?
-No me apetecía comer...
-¡Harías cualquier cosa antes de devolver el dinero a Nicolas! -exclamó el-. Pues muy bien. Si piensas,seguir haciendo esta charada hasta el final, será mejor que aprendas a hacer algo.
-¿Qué quieres decir?
Peter dejo un papel sobre su mesa.
-Busca este archivo a imprímelo -le ordenó. Lali intentó hacer lo que le habían enseñado por la mañana, pero no sabía por que se molestaba. ¿A quién quería impresionar? Peter se estaba portando como un canalla-. ¿Vas a tardar todo el día? Lali no podía aguantar más y furiosa, golpeó la mesa con el puno.
-¡No me hables así! -exclamó, levantándose.
-Firma el documento.
-Por Dios bendito...
-Si lo firmas... puede que te llame la próxima vez que vaya a Londres -dijo Peter entonces. Completamente desconcertada, Lali parpadeó.
-No te entiendo...
-¿Atraes lo peor de mi naturaleza, querida.
Lali abrió la boca, atónita.
Peter la miró de arriba abajo, clavando los ojos verdes en la curva de sus pechos. Después, deslizo la mirada por sus muslos, como recordándole lo que habían compartido la noche anterior. Lali se puso colorada hasta la raíz del cabello.
Su potente magnetismo era casi irresistible, pero tenía que resistir, se decía. La sugerencia de que <quizá> podría llamarla cuando fuera a Londres era un insulto insoportable.
-Por otro lado, soy soltero y puedo permitirme estar contigo -siguió diciendo él-. ¿Por qué no voy a disfrutar de algún encuentro ocasional?
Lali no daba crédito. No creía haberse hundido tanto como para tener que soportar aquella ofensa. Peter sabía muy bien el poder que ejercía sobre ella. Era la humillación final.
-Tú crees... crees que estoy loca por tí, ¿verdad? -preguntó. Peter abrió los brazos en un gesto que era todo, menos humilde-. Y piensas usarlo para que haga todo lo que lo quieras.
Peter asintió, con descaro.

No comments:

Post a Comment