—Ya lo sé —replicó él, aceptando su mano. Se negaba a soltarla y de hecho tiró suavemente de ella hacia él—. Tome asiento, por favor.
Dejando caer el chal por la espalda desnuda, se sentó en una silla junto a él.
—Su… empleado me ha dicho que quería usted hablar conmigo.
—Si —replicó lentamente—. ¿Le apetece una copa de champán?
Ella abrió la boca para rechazar el ofrecimiento, pero el guardaespaldas o lo que fuera estaba ya sirviéndole una copa que dejó delante de ella.
—Gracias.
Pese a estar servidos los dos y que la velada hubiera terminado, el hombre permaneció allí sentado sin decir nada. Lali se removió incómoda en medio del silencio, y sintió que se le ponía la piel de gallina en los brazos.
—¿De qué quería hablar conmigo, señor…? —presionó ella, con cuidado de mostrarse tan educada como le fuera posible.
—Puede llamarme Peter —respondió él.
El hombre tenía un ligero acento, tal vez la cadencia musical británica, pero Lali no lograba situarlo.
—Peter —repitió, porque el hombre parecía esperar que lo hiciera—. ¿Estás interesado, tal vez, en donar dinero para construir un ala infantil dedicada a los niños con cáncer? —preguntó, decidida a averiguar los motivos por los que quería hablar con ella—. Si es así, puedo esperar mientras me extiendes un cheque ahora o, si lo prefieres, puedo ponerte en contacto con alguien de la organización para que te pongas en contacto con ellos personalmente.
Peter siguió examinándola cuidadosamente, con sus profundos ojos cuando ésta terminó de hablar.
Un sorbo más del caro champán y entonces dijo lentamente:
—Estaré encantado de contribuir a tu pequeña… causa. Sin embargo, no es para eso para lo que quería que vinieras aquí.
La sorpresa hizo que Lali abriera los ojos un poco más, sólo una imperceptible fracción, pero trató con sumo cuidado de que no mostrar su consternación.
—Me hospedo en una suite en este hotel —prosiguió él—. Y me gustaría que me acompañaras. Me gustaría que pasaras el resto de la noche en mi cama. Si las cosas van bien y somos… compatibles, tal vez podamos considerar llegar a algún tipo de acuerdo.
Lali pestañeó varias veces, pero por todo lo demás se quedó completamente paralizada, rígida como un maniquí. No podría haber quedado más sorprendida, aunque aquel hombre la acabara de abofetear.
No sabía qué decir. No sabía qué debería decir.
mas nove ♥
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ReplyDeleteOtrooo
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