Thursday, February 18, 2016

capitulo 14

Una mano fuerte la obligó a volverse. Los dedos de Peter hacían presión sobre su hombro y sus ojos la miraban con furia e incredulidad. Cuatro años antes, ella no se hubiera atrevido a hablarle de esa manera, pero ahora, no veía el motivo para ocultar su antipatía y resentimiento. Peter haría lo que quisiera, sin importar cuál fuera el comportamiento y continuamente durante los años que siguieron. — ¡Suéltame! – le ordenó Lali y perdió la seguridad al mirarlo un momento a los ojos. Sintió que no podía respirar como si le oprimiera la garganta en lugar del hombro — . Peter, si no me sueltas...te demandaré por atacarme...no tengo nada que perder. La ira se reflejó en los ojos de Peter. — ¿Debo decirte lo que voy a hacer? – la miró y la soltó con un desdén que indicaba que no le importara su amenaza innecesaria — . Voy a hacer lo que debí cuando nació nuestro hijo. Aceptar que vuelvas y hacer que lamentes el día en que te atreviste a olvidar a quién pertenecías... Lali apoyó contra el muelle de cocina y nerviosa, se humedeció los labios. — ¿De qué hablas? – preguntó Lali. Peter le sonrió con desdén. — ¿Dudas que pueda hacerlo? No sé por qué no lo hice con anterioridad. Puedo tener a mi hijo en casa y él puede tener lo que quiera... y Santino también quiere a su madre. — Pero estamos divorciados – comentó Lali. — Puedo volver a casarme contigo. Estoy dispuesto a hacerlo para conseguir a mi hijo. El es demasiado pequeño para vivir separado de ti – murmuró. De los labios de Lali escapó una carcajada. — Estás loco. No volvería a casarme contigo, aunque la supervivencia de la raza humana dependiera de ello. Peter levanto una ceja y sonrió. — ¿Y qué hay respecto a tu supervivencia, Lali? ¿Qué harías si les dijera a tus padres el motivo por el que me divorcié de ti? Lali palideció y en su rostro apareció una expresión de horror. — ¿Por qué habrías de hacerlo? Nunca los ves. A ti no te importa lo que ellos piensen... — Ayer sentí un nudo en la garganta al escuchar a tu padre hablar acerca de la santidad del matrimonio – dijo Peter — . Sé muy bien lo que ellos piensan... creen que fui yo quien me metía en otras camas. Sin duda llegaste a casa y te quejaste de que viajaba fuera del país con frecuencia y sacaron sus propias conclusiones. ¿Por qué permanecí sentado y en silencio escuchando cómo tus padres decían que para nuestro hijo es muy difícil vivir en dos casas porque sus padres están divorciados? No te debía ese silencio...no te debo nada... — Peter, yo... — Anoche tomé una decisión – la interrumpió — . Tendré a mi hijo y a ti en la misma casa. Lali temblaba. A pesar de que odiaba a Peter, se daba cuenta de que la bien intencionada intervención de su padre fue un fuerte golpe para orgullo de Peter. En lo referente a un mal comportamiento marital, Peter no tenía nada de qué disculparse... al menos, nada que pudiera comprobarse o fuera significativo. Nunca abusó de ella verbal o físicamente. Lali se maravillaba de que Peter hubiera permanecido en silencio frente a su padre, quien lo provocó sin saberlo. Ella no comprendía lo que sucedía, era demasiado inmenso, inesperado y aterrador. Peter le dirigió una mirada fulminante y añadió: — Creo que me comprendes. Volveremos a casarnos, o les diré a tus padres lo que tanto te avergüenza. Tal vez ya es tiempo de que sepan la verdad. — No puedes amenazarme de esa manera...eso es chantaje... — ¿Por qué no? – preguntó él — . Si alguien puede ser chantajeado con la verdad, que sea así. ¿Por qué no puedo tener a mi hijo a mi lado? Si te llevo ante la corte, no es probable que gane la custodia, ya que rara vez una madre pierde a su hijo. Si destruyo tu reputación para lograr mi cometido, avergonzaré a mi familia y sentenciaré a mi hijo par que en el futuro rechace a su madre. El lodo se pega... no estaré más limpio que tú si comienzo la batalla, y me enorgullezco del apellido de mi familia. No lo deshonraré con una mala publicidad. Atemorizada, Lali comprendió que Peter no sólo hablaba en serio, sino que había meditado el problema con detenimiento y no actuaba por impulso. El quería a Santino y no era tonto como para creer que podría separar al niño de su madre sin causarle una gran pena. Aceptando la necesidad del pequeño, estaba dispuesto a tenerlos a los dos. — ¿Sabes que mi padre está enfermo del corazón? – murmur Lali con voz temblorosa.

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