Friday, February 26, 2016

capitulo 54

Peter llegó a casa al día siguiente, después del mediodía. Estaba tan elegante e inmaculado como siempre; no obstante, parecía como si hubiera estado despierto toda la noche. Además de su ligera palidez y de la tensión que se notaba reflejada alrededor de su boca, Lali no notó otra emoción reflejada en su semblante o en su mirada. Peter la miró y se dejó caer sobre le sofá. Por un momento mantuvo la cabeza inclinada, después la levantó y el aire de vulnerabilidad había desaparecido. — Debí llamarte, mas creo que es el menor de mis pecados – dijo Peter. — Vickie y Jeff vinieron anoche. Sé que los viste – le inform Lali y una fría sonrisa apareció en la boca de él. — Estuve a punto de hacer un mal comentario respecto a ellos, mas tú tienes un dicho acerca de la gente que vive en casas de cristal...— Peter hizo una pausa — . Pasé la noche en el coche. No sabía qué decirte...necesitaba tiempo. Tu hermana me informó que te dijo la verdad antes de casarte conmigo. ¿Por qué no me lo dijiste? — Sabía que no me creerías – respondió Lali. Peter soltó una carcajada y se estudió las manos. — Me conoces demasiado bien, no debí hacer esa pregunta. Un marido más cariñoso y menos intimidante hubiera invitado a la confidencia. No te culpo por mantenerte en silencio. Jeff...¿fue él quien te llamó cuando estábamos en la isla? Ese día estabas muy feliz – su tono de voz no reflejaba ninguna emoción. — Por supuesto que estaba feliz...después de todo el tiempo transcurrido, al fin tuve esperanzas de que todo pudiera aclararse – dijo Lali. Ya todo está aclarado – indicó Peter y dejó salir el aire de sus pulmones despacio, mientras la miraba— . Una disculpa, sin importar con cuánta sinceridad la dijera, sería otro insulto a los muchos que ya te he hecho. En mi deseo de venganza, te hice un daño incalculable. Nada de lo que pudiera hacer o decir borraría el dolor que te causé. Al escucharlo, Lali palideció y sus dedos se cerraron sobre el brazo del sillón. Se sentía enferma porque tenía miedo. Si él la amara podría hacer muchas cosas, pero no era así. Peter sentía el peso de su conciencia por haberla juzgado mal y no encontraba palabras para expresar su pesar por todo lo sucedido entre ellos desde aquel día en Venecia. — Dijiste que el reloj no camina hacia atrás – le record Peter — . Tenías razón, y aún antes que ellos se pusieran en contacto conmigo ayer, ya lo había comprendido. También comprendí que un...marido amoroso no se hubiera comportado de la manera como lo hice hace cuatro años. Debí sabe que si mi esposa terminó en los brazos de otro hombre, mi comportamiento contribuyó a esa traición, sin duda alguna...mas entonces no era capaz de entenderlo... — Peter...yo...— Lali no pudo seguir hablando. Le dolía verlo sufrir, mas su control frío la detenía. Peter se puso de pie de pronto y movió una mano para silenciarla. — No, no digas que no hable de ello...tengo que decirlo. Me enamoré de ti porque estabas llena de vida y después me dediqué a quitarte esa alegría. Peor aún, ni siquiera me di cuenta de lo que te hacía. Lali enterró las uñas en el terciopelo del sillón. — No fue tan malo – murmur Lali con voz débil. — No seas tan generosa conmigo – pidió Peter — . ¿Cuándo lo fui yo contigo? Si te hubiera permitido vivir a tu gusto, ahora no me sentiría como un tirano de Edad Media... pero no fue así. Una vez más tuve que acercarme a tu vida y convertirla en una ruina, hasta llegar al punto de dejarte embarazada otra vez. ¿Y por qué sucedió eso? Porque te chantajeé hasta llevarte a la cama... fue como si te hubiera violado. Lali se estremecía al notar la comprensión en Peter, la cual con seguridad existía desde antes del día anterior, pues él no podía haber llegado a esa conclusión en una noche. No obstante, lo que escuchaba era tan extremoso, que no sentía consuelo. Peter se sacó algo del bolsillo y dijo: — Este es el contrato que te obligué a firmar – rasgó el documento por la mitad — . Ahora no tienes ataduras. Dejaré que vivas tu vida como lo desees. Si no quieres que vea a Santino...lo aceptaré. La emoción la dominaba. ¡Todo se repetía de nuevo! Sólo que esta vez, Peter tenía la decencia de no enviar a un abogado para que se encargara del trabajo sucio. Lali recordó las cartas que escribiera y las llamadas que hiciera y esto selló sus labios. Si él quería alejarse, ella se lo permitiría. ¿Por qué decirle que lo amaba, si él no sentía lo mismo?

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