Tuesday, February 23, 2016

capitulo 37

Lali se levantó de la cama y apartó el cabello de la frente húmeda. Se sintió mareada y se quejó. Era debido al calor y si Peter la viera en ese estado, reiría mucho...acalorada, sin poder dormir se acomodó en una silla y desde el amanecer hasta el amanecer hasta el anochecer, Peter era el encanto personificado. El rompió el hielo, a pesar de sus determinación de permanecer alejada. Ahora charlaban sin reñir, de nimiedades, por supuesto. Tocaban temas seguros, como Santino, la casa en Florencia y los negocios de Peter. Con los dedos, Lali se frotó los músculos tensos del cuello. Ella cambió desde el momento en que Vickie le dijo la verdad. En su interior, volvió a nacer una fuerza interna y sentía respeto de sí. Se estremecía al admitir que durante cuatro años, lo único que le importó fue Santino. Vivió creyéndose independiente de Peter, mas con apatía, por lo que se esforzó para que Steven pusiera el interés debido al negocio. Lali pudo lograr que Antique Fayre fuera un éxito, pero no lo hizo y ahora no volvería a tener oportunidad de probarse. La noche anterior, asistieron a una boda en el pueblo y fueron los invitados de honor. Durante el júbilo de la fiesta, Peter la acercó a él y la miró con impaciencia. — ¿Cuándo...mmm? – murmuró él — . ¿Por qué fingir? Muy en el fondo, sabes lo que quieres. ¿O tal vez deseas que te lo diga? A Peter no le gustaba esperar por lo que deseaba. La pasión que se sentía en el ambiente era como una corriente eléctrica. Después de todo lo que Peter le hizo, ¿cómo podía quererlo todavía? El ver a Peter esa tarde, vistiendo nada más unos pantaloncillos apretados, era letal para Lali y él lo sabía. El tormento era como un nudo que cada día se aprieta más. Lali no podía dormir porque lo deseaba y al mismo tiempo, la enfurecía. Peter la hacía revivir como ningún otro hombre lo logró. Un placer primitivo aceleró su pulso cuando él se acercó. La luz de la luna brillaba sobre el agua de la piscina. Eran las tres de la mañana todos estarían dormidos. El agua brillante era una invitación. Lali salió a la terraza y siguiendo un impulso se quitó el camisón y se metió en la piscina. Suspiró con alivio, flotando de espaldas. Se dijo que Peter encontraría una amante y que ella jamás tendría relaciones con él. Se volvió y comenzó a nadar. No deseaba que tuviera a otra mujer, mas también tenía su orgullo. Apretó los dientes al comprender la humillante realidad. Perdida en sus pensamientos, no notó que el agua formaba pequeñas olas, lo cual indicaba que tenía compañía. Un par de manos cerraron sobre su cintura y Lali dejó escapar una exclamación antes de que Peter la volviera y le oprimiera la espalda contra la pared de la piscina, mientras su boca ahogaba su grito de ira. Le besó las sienes, las mejillas mojadas y los extremos de la boca en una caricia apasionada. Lali se recuperó de la impresión y colocó las manos sobre los hombros desnudos de Peter. — ¿De dónde saliste? – preguntó ella. — Te vi desde la ventana de mi habitación – respondió Peter. Le tomó las manos y las colocó a sus costados — . Te exhibes...vas demasiado lejos... — ¿Exhibirme? – preguntó Lali en un eco — . ¡Eres...un fisgón! Peter hundió los dedos en su cabello. — No recibo satisfacción de mirar – dijo él — . Tengo derecho a tomarlo cuando mi esposa me provoca – le besó el cuello — . Tu piel brilla como plata bajo esta luz – deslizó las manos hasta los senos — , y descubro que soy muy hombre... — ¡Nunca lo dudé, pero prometiste!... – respondió Lali y sintió que la pasión empezaba a estremecerla. — Soy humano – se disculpó Peter, mientras deslizaba los labios por sus hombros. Le mordisqueó la oreja antes de besarla con pasión. — No... – dijo Lali con desesperación mientras él la abrazaba con fuerza y la acercaba a su cuerpo viril. Lali le golpeó los hombros en señal de protesta. Sin embargo, poco después sus manos empezaron a moverse despacio sobre la piel de Peter, quien gimió en señal de aprobación y oprimió la mano de ella contra su vientre para demostrarle su necesidad. Lali perdió el control por completo. Peter la cargó y la llevó hacia los escalones. La depositó sobre su cama en la habitación oscura y se acostó a su lado. — Cuando te vi en el hospital, supe que no habíamos terminado. Te miré y supe que tenía que tenerte de nuevo. Estás en mi sangre como yo en la tuya – deslizó los dedos por el cabello mojado de Lali y lo extendió sobre la sobrecama, al mismo tiempo que la recorría con la mirada. Lali sabía que era una locura, mas la tenía hechizada. Sentía una alegría al descubrir que Peter estaba tan atrapado como ella. Eso parecía hacerlos iguales. Cuando Peter se inclinó sobre ella, Lali entreabrió los labios por instinto para recibir sus besos.

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