Tuesday, February 9, 2016
capitulo 24
Peter se bajó de un salto y extendió una mano para ayudarla.
-¿Aquí... es donde vive Alejo?
-¿Qué esperabas? ¿Una casita al pie de una montaña adornada con redes de mariposa?
Sin poder reaccionar, Lali negó con la cabeza. Era una casa enorme, con toda la elegante
opulencia que sólo los muy, muy ricos daban por sentado. Peter la tomó de la mano.
-Ven, demos la gran noticia de una vez por todas.
Una sonriente mujer salió a recibirlos. Al escuchar lo que le dijo, una arruga se dibujó en la
frente de Peter.
-¿Qué pasa?
-Alejo no está -Peter le soltó la mano. Ya no tenía necesidad de simular que quería ni
siquiera ese pequeño contacto físico con ella, supuso Lali-. El ama de llaves no sabe dónde
ha ido. ¡Típico de Alejo! ¡Con su estado de salud, no me explico qué estará haciendo en el
campo!
-Quizás tendrías que haberlo llamado para avisarle que veníamos.
-Quería sorprenderlo -le echo Peter una mirada exasperada-. No es mi estilo, pero es
exactamente el impulso irracional que Alejo esperaría de una pareja recién comprometida.
Lali se lo quedó mirando sin poder encontrar la conexión.
-¡Pensé que vernos llegar por sorpresa lo haría parecer más convincente, como si yo no
pudiera esperar para mostrarle a mi novia! -explicó impaciente y se dirigió a la mujer en
perfecto español para luego decirle-: Herminia te mostrará mi habitación. Tengo que hacer
unas llamadas para localizar a Alejo.
Un hombre subía ya el equipaje por la escalera de hierro forjado y piedra. Lali siguió a la
mujer hasta el primer piso, preocupada. Seguro que no lo había comprendido bien. Peter no
había podido decir «mi habitación». No pretendería que ella compartiera su habitación con él.
Pero minutos más tarde Herminia le indicó una habitación muy grande y lujosamente
amueblada, donde sus maletas junto a las de Peter parecían confirmarlo. Lali miró la cama,
con su cabecera de intrincada talla. Era una cama enorme. No, era ridículo. Había habido un
malentendido. Después de todo, Alejo era muy anticuado y siempre se quejaba de la relajada
moral de la juventud moderna.
Tratando de contener su incomodidad, Lali bajó a buscar a Peter. Lo encontró en la
magnífica biblioteca, y durante un segundo la enorme cantidad de volúmenes que cubrían las
paredes la detuvo maravillada. Peter hablaba por teléfono en español. Su voz profunda y
masculina sonaba tan sensual, pensó vagamente, mientras una sensación rara le corría por la
espalda. Además, después de horas de viaje, Peter seguía tan elegante como siempre.
-Si tienes hambre, Herminia te preparará algo de comer -le dijo, como para que se fuese.
Quedarse requirió un poco de valor.
-Ha habido una confusión -dijo Lali, moviendo los pies inquieta -. Han puesto mis cosas con
las tuyas... en la misma habitación, quiero decir. Y no sé suficiente español como para explicar
que... bueno, ya sabes...
-No, no lo sé -levantó Peter una negra ceja con ironía-. Es lógico que tengamos que compartir
la habitación. Alejo no es tonto. ¡Si durmiéramos separados no se creería nunca que nuestro
compromiso va en serio!
Lali
se quedó mirando a Peter boquiabierta mientras lentamente la cara le cambiaba de color.
-¿De verdad pretendes que comparta tu habitación? -susurró incrédula-. No puedo compartir la
cama contigo. Ni se me ocurrió considerarlo cuando accedí a este acuerdo.
Peter dejó el teléfono sobre la mesa y la miró.
-¿Conque no, eh? Me vendiste tu futuro inmediato a un precio que ya he pagado. Estabas
hundida hasta las orejas en deudas y muerta de miedo porque te iban a llevar a juicio para que
pagaras por tu deshonestidad. No tienes ningún derecho a exigir nada -advirtió con frialdad,
mirándola como si ella fuese un bicho que merece ser aplastado-. Y estás muy lejos de ser la
pobrecita inocente con que has engatusado a Alejo.
El ataque fue tan directo e inesperado, que se quedó sin habla.
-No soy deshonesta, y...
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