Tuesday, February 9, 2016

capitulo 22

-Creo que la señorita Esposito estará encantada. No toques nada, Lali. No te caigas contra nada tampoco. La azafata se rió. Lali se puso roja al levantarse de su asiento porque sabía que Peter no lo decía de broma. Cuando Lali salió del jet en Málaga, su alegre actitud se había desvanecido. La realidad era bien distinta. En aquel momento, al seguir a Peter por el aeropuerto, se daba cuenta de que tomar parte en el engaño iba contra todos sus principios. Cuando Peter se lo propuso, se hallaba sumida en la total desesperación, muerta de preocupación por las deudas de Petra y exhausta por los dos trabajos. Además, la noticia de la débil salud de Alejo le cayó como una bomba. Peter fue tan convincente haciendo que todo pareciera sencillo e inofensivo. Incluso la hizo sentir que si se negaba sería cruel y egoísta. Pero las perspectivas de mentirle a un anciano tan sincero y confiado comoAlejo la puso enferma de nervios y culpa. -¡Lali! ¿No te diste cuenta de que me habías perdido? -exclamó Peter, volviendo para atrás para interceptarla por cuarta vez y orientarla en la dirección correcta. -No... Al salir a la calle, Peter le abrió la puerta de la limusina con aire de un hombre que ha conducido un rebaño entero de ovejas y logra encerrar la última en el redil. Lali emergió de sus inquietos pensamientos al darse cuenta de que Peter le ajustaba el cinturón de seguridad como si fuese un carcelero medieval poniéndole las cadenas a un prisionero. -Quédate allí. No te muevas. Lali miró el delgado y oscuro rostro de fascinante atractivo sin comprender, batiendo las pestañas sorprendida. -¿Y adónde me iba a ir? -Y mejor será que borres de tu cara esa expresión. Sufrir por Benjamin está totalmente prohibidolos severos ojos le estudiaron la cara sin remordimientos-. Tienes que representar tu papel y, si bien no espero que lo hagas como para un Oscar, al menos ten una apariencia feliz. -Pero si no estaba sufriendo por Benjamin. Por si quieres saberlo, me preocupa tener que mentirle a Alejo. -Déjame que yo me ocupe de mentir. -Es verdad. Seguro que lo haces mucho mejor que yo -concedió Lali reflexivamente. Los ojos de Peter brillaron de incredulidad. -No sé cómo hemos llegado hasta aquí sin que te estrangulase -confesó-. He descubierto que mi paciencia es mucho mayor de lo que pensaba. -¿Cómo puedes decir una cosa tan horrible? ¿Qué he hecho para merecerlo? -¿Quieres saberlo? ¿Realmente quieres saberlo? -masculló Peter-. Uno... tienes la atención de un mosquito. Dos... atravesaste el aeropuerto como una gallina sin cabeza. Tres... sigues actuando como el auxiliar de la oficina. Dime una cosa... ¿Cuándo piensas comenzar a actuar como mi novia? Mientras te probabas las gorras de la tripulación de mi avión en la cabina, te oí varias veces llamarme señor Lanzani. Cuatro... eres una maníaca emocional... -¿Ma... ma... níaca? -repitió Lali como un loro. -O estás totalmente eufórica, o al borde de las lágrimas. No hay un feliz término medio, un agradable nivel normal. -Mi vida no ha sido demasiado normal recientemente -apuntó Lali, ahogadamente. -Punto cinco gruñó, haciendo un esfuerzo mientras los ojos cafe se llenaban de lágrimas de indefenso reproche-. No me gusta que me ignoren. Como un niño pequeño, convencido de que el mundo entero giraba en torno a él, pensó Lali, y estuvo tentada de decir que no recordaba que él indicase deseos de hablar con ella. No pretendería que ella se quedase a su lado sin hablar, como una marioneta esperando que alguien tirase de los hilos, ¿no? -No te ignoraba. Pensé que no querías que te molestase. Eres tan complicado... -¿Complicado? -repitió Peter, en tono de total incredulidad. -No te gusta la gente. Te sientes superior a todo, especialmente la diversión. Ese cerebro tuyo siempre está activo, disecando todo... siempre estás tan serio... es enervante.

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