Wednesday, February 24, 2016

capitulo 41

— Es natural que expresemos todos los sentimientos que no expresamos en aquella ocasión y al hacerlo, los dejaremos descansar – respondió Peter — . No te lastimé con deliberación – miró el mar y las rocas y emitió una carcajada — . No era yo mismo. Si hubieran sido drogas, bebida, locura... cualquier cosa que no fuera la infidelidad, habría permanecido a tu lado – se apartó de la barandilla — . No me pidas otra vez que te deje ir. No me agrada que te consideres una prisionera. Tienes todo lo que cualquier mujer normal podría desear y tomo muy poco a cambio – ya no estaba enfadado. — Tomas todo – lo contradijo Lali, y comprendió que era la única persona que discutía con Peter. Se alejó rumbo a la casa. Hasta la hora del almuerzo fue cuando volvieron a reunirse. Peter estaba de nuevo de buen humor y sugirió que pasaran la tarde en la playa. — Ya ves, no eres infeliz – indicó Peter con énfasis arrogante, la primera vez que ella rió al escuchar sus comentarios — . Sólo piensas que lo eres y tal vez quieras serlo, mas no es así. ¿Fuiste infeliz cuando te dejé en Florencia? – preguntó Peter, esa noche, en su cama. Estaban muy juntos todavía y Lali sentía su aliento en la mejilla. La pregunta era una pequeña intimidad, puesto que por lo general, él se alejaba después de hacerle el amor. También era la primera vez que le hacía una pregunta personal respecto a su estado de ánimo en aquel tiempo. — Estaba asustada y sola – murmuró Lali. El cuerpo de Peter se tensó. — ¿Por él? — ¡Vete al demonio, Peter! – después de un segundo de incredulidad al pensar que él pudiera pensar así, Lali se apartó con violencia — . ¿Cómo puedes decir eso? Yo te amaba...¡Te amaba! – Lali hundió la cara en las almohadas y le dio la espalda. — De un amor tan débil, un hombre no recibe mucho consuelo. El amor que recibí de ti lo compré. Te sentías atraída por mi dinero, mientras tu cuerpo ansiaba ser poseído por otro hombre. ¿Llamas a eso amor? – preguntó Peter y salió de la habitación. Se escuchó que algo se rompía en el pasillo y él se quejó. Se había golpeado con la pequeña mesa que Lali colocara afuera para adornarla con un florero. Se dijo que se merecía el golpe. — Lo siento...¿cuántas veces debo repetirlo? – preguntó Peter al día siguiente. Estaban almorzando — . Sí, Peter, no Peter, si tu quieres, Peter... ¿Qué clase de charla es esa? Al escucharlo, Sofía estuvo a punto de dejar caer la cafetera y se apresuró a retirarse. — No puedo estar muy feliz ante la idea que tienes de que me casé contigo por dinero y sexo – dijo Lali con amargura — . De alguna manera, torciste toda nuestra relación. No te costé mucho si me compararas con cualquier ex esposa. En realidad pagaste muy poco. — Yo no quería pagar poco – aseguró Peter. — ¡Por supuesto que no! Te hubiera encantado que te quitara todo el dinero que me fuera posible, pues eso probaría que era codiciosa. — ¿Qué quieres que haga? ¿Qué me arrodille? – preguntó Peter. — Te patearía si lo hicieras, por lo tanto, no te atrevas – respondió Lali y su ira se disipó. Peter se pasó la mano entre el cabello y la estudió. — Vamos a caminar – sugirió él. Cuando salieron de la casa, colocó un brazo sobre los hombros tensos de Lali — . Perdí la paciencia – suspiró — , y tal vez la perdí porque lo que dijiste me molestó – la volvió y le besó la cabeza. Esa acción al descuido tuvo gran efecto en ella. Era el primer gesto de afecto que él le demostrara en toda la semana. Hasta ese momento nada más la abrazó como un preludio para hacerle el amor y la noche anterior Lali decidió que eso no volvería a suceder, no obstante, volvía a derretirse. ¿Acaso una relación física podría acercarlos? La falta de tal con seguridad los apartaría, pero ella sufría al pensar que cada vez él tenía una opinión más baja de ella. ¿Peter la hubiera respetado más, la hubiera querido escuchar, si ella tuviera la fuerza para negar a ambos ese desahogo? — No fui un marido muy atento – comentó Peter cuando regresaban a la casa — . Con seguridad a menudo te sentiste sola, a pesar de que vivíamos juntos. ¿Por qué demonios no fui contigo a esa fiesta en Venecia? – se preguntó. El semblante de ella entristeció — . ¿Te digo el motivo? Era algo muy trivial. Quería dejar en claro algo. Trabajé hasta tarde y de pronto me enfadé. Levanté el auricular y ordené que prepararan el jet. Me sentí muy justo. — No... –comenzó a decir Lali, y se preguntó si debería intentar explicar la situación. Peter parecía estar de buen humor. Cuando estaba a punto de hablar, alguien salió de la casa y les hizo señas. — Es Spiros. Debe de haber llegado el correo – Peter suspiró — . Recuerda que yo solía trabajar demasiado.

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