Sunday, February 14, 2016

capitulo 46

Seguro que él sabía eso. Nueve años mayor que ella, tenía mucha más experiencia. Pero Lali descubrió que no quería pensar en las otras mujeres, ni en qué distinta era de ellas. Ni era sofisticada, ni alta y delgada, ni siquiera rubia. Seguía en absoluto su patrón, y eso la asustaba. Cuando llegaron al dormitorio, se sintió terriblemente tímida, pero Peter la tocó con una luz comprensiva en sus hermosos ojos verdes y la acercó a él. Le bajó la cremallera del vestido, delicadamente le deslizó los tirantes por los hombros y dejó que la prenda cayera a sus pies. Su mirada ardiente brilló apreciativa al verle el sujetador de seda sin tirantes y las braguitas de encaje a juego. -Estás exquisita, cara mía -murmuró suavemente. -Siempre dices lo que corresponde. Tienes práctica, supongo -dijo Lali tensa. Una sonrisa lobuna le iluminó a Peter las facciones. -Eres perfecta para mí. Nada de lo que te digo te impresiona. -Oh, sí -lo contradijo Lali instantáneamente para convencerlo de ello, aunque su susceptible corazón se encogía. La levantó en sus brazos y la acostó en la magnífica cama con dosel. Los pechos temblorosos por la agitada respiración, lo miró desvestirse, una estatua griega de bronce convertida en ser de carne y hueso. Pero ninguna estatua había sido nunca tan masculina al mostrar su erección. -No me puedo creer que seamos nosotros -dijo Lali, viniéndole a la memoria una imagen de Peter en el banco, frío y distante. El recuerdo la aterrorizó. -Créelo -urgió Peter roncamente, mirando sus opulentas curvas femeninas con reverente anticipación. Le pasó las manos por el pelo posesivamente y la levantó hacia él. Ella vibró entera, atravesada por el deseo, rozando su delgado y duro cuerpo con apetito creciente. Como la polilla que se acerca al candil, pensó con temor. Pero luego él le liberó los trémulos pechos de su cárcel de seda y acarició las sensibles cúspides, entonces la gloria de la sensación detuvo todos los pensamientos. -Dio, adoro tu cuerpo, cara mía -confesó Peter con apasionada intensidad mientras le levantaba con las manos las maduras curvas y se inclinaba para deslizarle la punta de la lengua entre los pechos y lamerle con la lengua la sedosa piel. -Nunca pensé que podría llegar a sentirme así... -dijo Lali sin aliento, mientras el vientre se le contraía de excitación. La tomó de las caderas con seguras manos para levantarla y besarla con deseo, y ella sintió que todos sus sentidos respondían. Le recorrió el delgado muslo con la lengua hasta llegar a su centro y gruñó de placer al descubrir la cálida humedad que la braguita no podía esconder. Luego le besó el pulso en el cuello. -Alejo tenía razón al vigilarme tanto esas noches interminables. ¡Nunca he tomado tantas duchas frías en mi vida! -¡Te deseo tanto! -gimió ella. Él le arrancó la barrera de encaje y seda que aún los separaba y recorrió con leves besos el trémulo cuerpo, encontrando lugares eróticos que ella ni sabía que tenía, deslizando las puntas de los dedos suavemente por el húmedo vello que protegía su caliente feminidad. Y luego le recorrió la sedosa carne que pedía a gritos sus caricias, y su respiración se convirtió en un jadeo de asombro sensual mientras echaba la cabeza hacia atrás y su columna se convertía en un tenso arco recorrido por oleadas de placer. Lo anhelaba y necesitaba con cada fibra de su cuerpo entregado. Peter se colocó encima y ella se abrazó a él con todo el cuerpo, gozando de su calor, su dureza y su peso. Y cuando él la penetró con fuerza, la salvaje excitación ardiente de su posesión la hizo perder el sentido. Con cada impulso la hizo volar más y más alto, hasta que ella llegó a la cima y no pudo reprimir más el creciente deseo dentro de sí. Entonces gritó en éxtasis con él, su cuerpo convulso bajo el de él antes de hundirse en la dulzura de la saciedad. Rodeada por sus brazos, se sentía tan segura, totalmente feliz. -Siempre me sorprendes, cara -dijo Peter suavemente, aunque algo en su voz la hizo ponerse tensa-. Lo raro es que siempre desconfié de tus principios. Para una mujer que era virgen hace unos días, aprendes muy rápido -su tono rozaba el sarcasmo.

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