Friday, February 12, 2016

capitulo 44

-¿Que echas en falta Inglaterra? ¡Oh, Benjamin, qué terrible! -suspiró Lali apenada mientras miraba a Peter cerrar la verja del patio con innecesaria fuerza-. Cuéntame sobre la oficina de Nueva York... Pero tú también eres inteligente, Benjamin, no te dejes intimidar -insistió, mientras Peter no se alejaba demasiado, la cara rígida, los ojos meras líneas en su rostro-. Por supuesto que te irá bien. Sé que eres brillante y tengo mucha fe en ti. Puedes lograr cualquier cosa que te propongas. Peter se dirigió a la cocina, dando un portazo. Lali oyó un ruido ahogado, un juramento y luego un silencio amenazador. Se quedó mirando la puerta preocupada. ¿Le habría pasado algo? La puerta se entreabrió un poco y ella respiró aliviada. -Sí, sigo aquí, Benjamin. -Eres especial, Lali. Ya me siento mejor -le dijo Benjamin agradecido-. Cuando vuelva te llevaré a cenar. -¿A cenar? ¡Me encantaría! -le aseguró Lali, deseando cortar ya. -¿Me das tu teléfono? -Es que estoy en Grecia ahora -explicó Lali titubeante. -¿Qué haces allí? -pregunto Benjamin asombrado-. ¿Estás de vacaciones? -Una especie de vacaciones -explicó Lali, y al oír un nuevo portazo en la cocina, terminó su conversación. Corrió a la cocina. Con la cara gris y la respiración agitada, Peter se apoyaba contra los armarios mientras la sangre le brotaba de un corte en la mano. -¡Oh, tu mano! -gimió, sufriendo por su dolor. Y fue a buscar el botiquín, que se hallaba colgado en la pared-. Déjame que te la cure. Tenía un corte bastante profundo en el pulgar. -No te preocupes, es sólo un rasguño -dijo Peter, pero parecía a punto de desmayarse. -Quizás necesites unos puntos, ¿cómo te lo has hecho? -Me golpe contra algo en la pared. Lali lo curó eficientemente, y a la vez estudió la morena mano contra la blanca suya. Le causó tal emoción verlas juntas que sin pensarlo, le dio un beso en el dorso. Peter se puso tenso, pero cuando ella intentó soltarlo le retuvo la mano. -Tengo que hacerte una confesión. Lali agachó la cabeza, avergonzada por la libertad que se había tomado. -Yo hice que mandaran a Benjamin a Nueva York. -¿Cómo? -preguntó extrañada. -En cuanto me mencionaste a Benjamin tuve miedo de que lo antepusieras a Alejo -confesó Peter rudamente-, así que llamé a uno de los socios de su empresa y le pedí que lo mandara al extranjero. Me llevó sólo un instante. Lali lo miró horrorizada ante la frialdad de su manipulación. -Y te mentiría si te digo que me arrepiento -concluyó Peter. Sintiendo que no estaba bien seguir sujetándole la mano después de semejante revelación, Lali se la soltó confusa. -Eres, sin duda, increíblemente egoísta -dijo titubeante-. Sólo espero que al menos Benjamin saque algo de provecho de este viaje. -No lo sé. ¡Le proporciono la oportunidad de su vida y se aburre en una de las ciudades más emocionantes del mundo! -dijo Peter secamente. -Eso es lo de menos -protestó Lali-. Las personas no son marionetas que se puedan manipular. -Me parece que me estoy comenzando a arrepentir, pero no de haberlo hecho, sino de haberlo confesado -dijo Peter-. Yo pensaba que una confesión espontánea merecía un perdón instantáneo. Lali se ruborizó, porque Peter tenía razón. Si no se lo hubiese dicho, ella ni se habría enterado. -Bueno, en realidad... -Creo que me iré a la playa un rato -murmuró secamente Peter con una expresión indescifrable en el rostro-. ¡No necesito poderes mágicos para adivinar que ésta no será una noche de bodas memorable! Técnicamente, era su noche de bodas, recordó Lali. Y suponía que, hasta ahora, Peter no la había encontrado demasiado divertida. Durante el viaje ella había sido una aguafiestas, y tampoco un cascabel desde que llegaron.

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