Saturday, February 20, 2016

capitulo 23

— Por el contrario... – dijo él y la miró a los ojos desafiantes — , apenas comienza. Lali fue a su habitación y con furia se quitó el vestido. Lo apartó de su vista. Peter la ajuareó como la veía ahora, una mujer que se ofrecía al mejor postor, una mujer que respondía a sus caricias con tanta alegría como respondería a las de cualquier otro hombre atractivo, una mujer fácil...fácil de seducir y de tomar. ¡Esa no era ella! — Esa no soy yo – murmuroLali, mirándose al espejo. Si ella fuera así, hubiera tenido a su lado a muchos hombres desde el divorcio. Sintió náuseas al pensar en Peter poseyéndola otra vez, pero con desdén y un fuerte deseo de humillarla. No podía permitir que eso sucediera. Regresaría a su lado, viviría con él, aceptaría lo que le dijera, pero nunca permitiría que utilizara su cuerpo. A pesar de lo que hizo, todavía era una persona con derecho a tomar decisiones. Se metió en la cama, Peter no era un violador y no la forzaría a aceptar sus demandas sexuales. ¿Cómo podía desearla todavía? Ella le dijo con claridad lo que sentía y en ese campo, Peter era un hombre muy latino, por lo que, aunque no la deseara, haría cualquier cosa, si ella intentaba alejarlo de su dormitorio. Lali se dijo que tendría que ser más sutil. La puerta se abrió y Lali se sentó en la cama. Sus ojos negros se abrieron mucho a la luz de la lámpara. Peter volvió a cerrar la puerta. Vestía una bata corta. — ¿Por qué debo esperar por lo que deseo? – preguntó él, sin perturbarse ante la fuerte impresión que ella recibiera al verlo. — No puedes...no estamos casados – dijo Lali. Desconcertada por sus intenciones, lo estudió incrédula. Peter se acercó a la cama. Sus dedos desataron el cinturón de la bata. — Lo estaremos – manifestó él. — Ese no es el punto – aseguró Lali. ¡No quiero esto! ¡No puedes hacerlo! — La palabra “no” no está en mi vocabulario – aseguró él y se quitó la bata — . Cuando tu cuerpo vuelva a ser mío, borraré otros recuerdos con el mío...¿Capisci, cara? Para Peter, la liberación femenina no existía. Todavía tenía los instintos bucaneros de sus antepasados y la dominante fuerza de un hombre que está seguro de su superioridad sobre el sexo femenino. Esa frialdad exterior y ese fuego interno fueron lo que primero la atrajo. Con la boca seca y paralizada, Lali estudió su desnudez. Lali siempre tuvo una cierta modestia que en el pasado divertía a Peter, mas algo le decía que esa noche él no haría concesiones. — No puedes...— murmuró Lali. No sería correcto. — ¿Correcto? – apartó las sábanas y se acostó a su lado, soltando una carcajada. Lali sintió la piel ardiente cuando él la tomó en sus brazos sin ocultar su excitación — . Esto no es malo – aseguró él con arrogancia — . No será sencillo hasta que te vuelva a conocer como antes. Lali sintió ira al comprender que él planeó todo con anticipación, y en su inocencia, ella aceptó pasar la noche en su casa, sin sospechar que estaba decidido a quitarle el poco respeto de sí que le quedaba. — ¡No! – exclamó Lali. La mano de Peter se cerró sobre la parte superior de su camisón de algodón y lo rasgó, en un gesto no de violencia, sino de resolución. — O te sometes o te vas – aseguró Peter con rudeza — . Te expliqué los términos antes que vinieras a mí hoy, todavía eres libre para cambiar de opinión. Las manos temblorosas de Lali se cerraron sobre la prenda desgarrada y volvió la cara angustiada y desesperada. Peter había cambiado y no era sólo amor lo que perdió en esos años, también perdió la ternura y la compasión. — ¿Y te contentarías con mi sumisión, sabiendo que me estás humillando, que no tengo alternativa? – murmuróLali. — Sí – respondió él y sus ojos brillaron de forma tormentosa al mirar la curva de sus senos — . Te deseo. ¡Que Dios me perdone!, pero te deseo de cualquier manera. Sería un tonto si me negara lo que puedes darle a un extraño. Lali comprendió que él sería quien dominara en esa relación, la tomaría para probar que ya no era sensible ante su infidelidad. Sin embargo, Lali se juró que él recibiría poca satisfacción al hacerlo. — Apaga la luz – musitó Lali. — No... ¿sabes cuántas mujeres han tomado tu lugar en la oscuridad durante los años? – preguntó Peter — . Ya no eres especial para mí. Esta noche sentiré satisfacción al probarlo. — ¡Te odiaré por ello hasta el día que me muera! – siseó Lali — . ¡Eres un bárbaro! — Tú me hiciste así! – dijo Peter. Su cuerpo bloqueaba la luz y daba sombra al rostro sonrojado de Lali — . ¿Por qué no debes saborear el fruto de tu propio esfuerzo? – preguntó con amargura — . Te daré placer, aunque sólo sea un placer vacío. Eso debe satisfacerte. Me pregunto cuántos hombres más te habrán dado ese placer... — ¡Ninguno, tú me alejaste de los hombres para toda la vida! — No puedo creerlo – dijo Peter e hizo una mueca. — ¡No me importa lo que creas, eres un salvaje!

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