Wednesday, February 24, 2016

capitulo 44

— ¿Estás loco? – siseó Lali — . No puedes hacerlo, no debes venir aquí. El te matará antes de... — Si tu esposo todavía siente de esa manera, tuve razón en venir. — ¿Deseas morir? – murmuró Lali, e intentó pensar con rapidez, lo cual le era difícil cuando sentía pánico — . No vengas a la isla. Espera hasta que lleguemos a casa en Florencia y lleva a Vickie contigo. Eso es esencial. — ¿Entonces, quieres que cuente la vieja historia? — Sí, por supuesto – respondió ella. — Te debemos eso...todo se aclarará – prometió Jeff — . Convenceré a Vickie y si es necesario, la secuestraré. Verás, tengo mis propios motivos para hacer esto... quiero casarme con tu hermana. Lali se apartó del teléfono muy impresionada. Vickie le dijo muchas mentiras, mas su silencio en Londres quedaba ahora explicado. Vickie protegía a Jeff. ¿De Peter? ¿O no quería que se enterara de su comportamiento? Después de todo, si Jeff quería casarse con su hermana, con seguridad Vickie no deseaba perder la buena opinión que él tenía de ella. Resultaba obvio que se llevaban bien y que siguieron en contacto. Lali comprendió que después de que su hermana le confesó todo, también habló con Jeff. Lali movió la cabeza para aclarar sus pensamientos. Era como una reacción en cadena y si esta continuaba...tal vez Lali lograría que su matrimonio tuviera un futuro. — Era Steven. Esa es su idea de hacer una broma – mintió Lali, sin sonrojarse. Asomó la cabeza por la puerta del estudio de Peter y sonrió. Tenía un aso de whisky en la mano y su semblante tenso. La esperanza renacía en Lali con la llamada que recibió — . Peter, por favor confía en mí. — ¿Cómo, vigilándote siempre? Estuve a punto de levantar el auricular para escuchar tu llamada y el pensar que he llegado a ese punto, me enferma. Lali contuvo la respiración y se dijo que si Peter no pudiera controlarse, era probable que la hubiera lanzado por la ventana. Durante la cena, Peter estuvo muy silencioso. Cuando Lali se fue a la cama, se quedó dormida de inmediato, puesto que pensaba que las agonías de la larga pesadilla pronto terminarían. — Me da gusto verte tan feliz – comentó Peter con ironía al día siguiente, en el desayuno. Lali frunció la nariz al probar el café, pues tenía un sabor curioso, sin embargo, no parecía que Peter encontrara algo extraño en el suyo. — ¿Nos vamos pronto a Florencia? – preguntó Lali. Cuando él la miró, ella se inquietó un poco. — No, estoy contento aquí por el momento. — Dijiste que estaríamos aquí una semana, tal vez dos – le record Lali — . Extraño a Santino. — El puede venir aquí para estar con nosotros – comentó Peter y encogió los hombros — . Si quieres hacer compras, te llevaré a Atenas. — Por el momento no pienso en mi guardarropa – respondió Lali. — Entonces, ¿en qué piensas? – murmuró él con ironía. Antes de responder, Lali contó hasta diez. — Tengo ganas de respirar aire fresco. Iré a la playa a caminar. — No vayas lejos. Carina y Ricky vendrán a almorzar – le inform Peter — . Mañana parten a Nueva York. El se hará cargo de nuestro departamento de relaciones públicas allá. Lali sonrió al escuchar la noticia. Carina era la que más apreciaba de las hermanas de Peter, pero su mente pensaba en cómo reuniría a Peter, Vickie y Jeff en Florencia. Jeff le dijo que ese día regresaría a Londres. Se sentía dominada por la impaciencia al bajar por lo escalones que conducían a la playa. La aterraba pensar que Jeff pudiera perder interés, o que Vickie lo convencería de no seguir adelante con el plan. Tal vez Jeff voló hasta Grecia dominado por la impresión que recibió y Lali cortó su entusiasmo. ¿Y si Jeff abandonaba la idea? Vickie querría pretender que todo estaba en el pasado ahora, y temía enfrentarse a Peter. Lali caminó por la playa iluminada por el sol. Ya tenía un rato caminando, cuando llegó a una pequeña ensenada donde estaba anclado un yate. Un grupo de jóvenes estaba en la playa tomando el sol, escuchando una cinta de Bruce Springsteen a todo volumen. — ¡No puedes ser nativa de la isla! – le dijo un joven con cabello negro — . No con ese primoroso cabello. Me niego a creerlo. — Eres inglés – dijo Lali, y sonrió. Cinco minutos después, estaba sentada con el grupo. Era dos parejas y un hombre solo. Habían rentado un viejo yate para recorrer las islas.

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