Friday, February 19, 2016
capitulo 17
Cuatro meses más tarde, su padre sufrió un ataque al corazón. Nadie la culpó, mas ella
sabía que la impresión que recibió por su divorcio, jugó su parte. Ya era demasiado tarde y
peligroso para decirles la verdad, lo debió hacer cuatro años antes, pero de haberlo hecho...¿le
hubieran vuelto a hablar sus padres?
Lali no soportaría que ellos le dieran la espalda también. Se sentía muy tensa y por el
bien de todos, decidió mudarse y ser independiente. En su cuenta bancaria se había cumulado
una fuerte suma de dinero. Peter depositaba cada mes. Ella pudo haberse convertido en una
divorciada feliz; sin embargo, nada más retiró lo suficiente para comprar la tienda en sociedad
con Steven. El resto lo sacó del banco y lo entregó a los abogados de Peter, diciéndole que no
lo necesitaba. Siguieron varias cartas que intentaban persuadirla de que aceptara la pensión,
pero ella se mantuvo firme. No podía vivir dependiendo de Peter, siendo la culpable de la
separación. Comprendió que tal vez su terquedad provocó más la hostilidad de Peter, mas esa
no fue su intención.
Rentó la cabaña y la amuebló en su mayor parte con los muebles sobrantes del ático de la
vicaría. A pesar de que trabajaba mucho y de que siempre le pedía a Steven que fuera más
profesional, sus ingresos nunca fueron los que esperaba. Desde los primero meses, Steven le
dejó el peso de tomar las decisiones. Steven tomaba el dinero que quería de sus ganancias y
vivía sin pagar renta en el piso superior de la tienda, por lo que tenía más comodidades que
Lali.
Su madre horneaba cuando ella llegó. La espaciosa cocina olía a pan fresco. Ellen
tenía la misma constitución que su hija, pero su cabello estaba completamente blanco. Cuando
Lali entró por la puerta trasera, su madre la estudió con ansiedad.
— ¿Cómo estás? – preguntó.
— Todavía me duele un poco la cabeza...eso es todo – respondió Lali— . ¿En dónde
está Santino?
— En el invernadero con tu padre. ¿Te visitó Peter anoche?
Lali asintió y se volvió para quitarse el abrigo. Al encontrarse en esa casa tranquila, su
enfrentamiento con Peter le parecía irreal. Controló un estremecimiento. No podía decirles la
verdad, pues eso podría matar a su padre, ya que sus estrictos principios morales estarían
primero que el amor que sentía por su hija menor. Lali no tenía esperanzas de que Peter
retirara su amenaza.
Peter luchaba por tener a su hijo y estaba amargado. Para él, Santino era más importante que
la salud del abuelo del niño. Además, culpaba a Lali de la situación. El pecado lo cometió
ella, no él.
Su madre añadió:
— El vino aquí, apenas salió del hospital. Nunca vi a Peter tan conmovido. Por supuesto que
tú y el niño pudieron haber muerto y él lo comprendió así. Ama mucho a Santino, Lali.
— Acepto eso – comentó Lali y su madre se aclaró la garganta.
— Y no diría que es indiferente conmigo. Vickie dijo que somos unos tontos, pero algunas
veces una crisis puede reunir a las personas.
Un día antes,Lali habría reído al escuchar la sugerencia. Tenía la impresión de que Peter
no consideraría que ella pagó su culpa hasta que él pudiera cobrarse. Sintió los ojos húmedos.
El hombre al que una vez amó no debió emplear el chantaje. Apenas lo escuchó, comprendió
que estaba derrotada. Peter podría hacer de ella lo que quisiera porque la tenía atrapada.
Su madre añadió después de un momento:— Y él no se ha vuelto a casar. Le dijo a tu
padre que no creía en el divorcio...
— Espera que regrese a su lado – anunció Lali y soltó una carcajada que no parecía tal
— . Quiere a Santino y no puede tener a uno sin el otro.
Se hizo un silencio. Lali notó que su madre la observaba con la boca abierta y las cejas
levantadas por la sorpresa.
— ¿Quiere que regreses a su lado? – repitió su madre, y corrió hacia la puerta posterior
para gritarle a su padre que estaba en el jardín — : ¡John! – por supuesto que Ellen no podía
imaginar que Lali despreciara una oferta así. Al igual que Peter, sus padres pensaban que
primero estaba Santino y más de una vez insinuaron que Lali dejó a Peter con una rapidez
egoísta e ingenua — . Dijiste que sí... – su madre tenía un pañuelo en las manos y lo retorcía
nerviosa, al ocurrírsele que Lali pudo haberse negado.
— ¿Puedes imaginar que Peter permitiría que me negara? – preguntó Lali. Su madre
sonrió y se le salieron las lágrimas.
— Tendrá que ser en una oficina de Registro Civil –se lamentaba su madre cuando su
padre entró.
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