Monday, February 15, 2016
capitulo 4
— ¡Santino! – Lali recobró el conocimiento y lanzó un grito que había quedado en su
garganta y que nunca pudo emitir, excepto en su mente. Unas manos firmes la sostuvieron
contra la cama y su cabello castaño oscuro se movió sobre la almohada — . ¿Santino? – preguntó
temerosa.
— Su hijo está a salvo, señora Lanzani – le dijo una voz calmada, que pertenecía a una
enfermera.
Lali se llevó una manos a la cabeza, que le dolía y sintió la venda que tenía en la frente.
— ¿En realidad está bien el niño? – preguntó Lali. La enfermera le acomodó la cama.
— Tiene algunos golpes y está asustado – le informaron.
— ¡Oh, no! – los ojos de Lali se llenaron de lágrimas — . Debo ir a su lado, ¿ en dónde
está?.
— Tiene que permanecer en cama, señora Lanzani.
— Mi apellido es Esposito, no Lanzani– aseguró Lali con voz temblorosa — , y quiero
estar con mi hijo.
La puerta se abrió y entró un hombre alto de bata blanca.
— Ya está con nosotros de nuevo, señora Lanzani – dijo el hombre con una sonrisa
jovial — . Estuvo inconsciente durante algunas horas. Tuvo suerte.
— La señora Esposito – la enfermera enfatizó el apellido y Lali se ruborizó— , desea ver a
su hijo.
— El padre de su hijo está con él – comentó el médico — . No tiene de qué preocuparse,
todo está bajo control.
— Su padre...¿Peter? – preguntó Lali con incredulidad — . ¿El está aquí?
— Llegó hace dos horas y su pequeño está bien, señora...Esposito – le guiñó el ojo a la
enfermera, como si disfrutara una broma feminista y tomó la muñeca de Lali. Peter estaba allí. ¿En dónde era allí? Se dijo que no podía estar muy lejos de su casa.
¿Cómo podia Peter estar tan cerca? ¿Qué hora era? Suspiró. Supuso que los empleados de
Peter lo informaron de inmediato del accidente.
El médico añadió:
— Cálmese, señora Esposito. Le dije que no hay de qué preocuparse. Pensamos tenerla aquí
durante la noche en observación.
— No puedo quedarme...¿eso significa que Santino puede irse a casa?
— Su padre dijo que él tomaría la responsabilidad.
Lali sintió pánico.¿Peter la culparía del accidente? ¿Por qué iba a culparla? No fue culpa
suya encontrarse con una vaca o que sus guardaespaldas la siguieran tan cerca. Peter estaba
allí... en el mismo edificio...sintió que la sangre se le helaba.
— Creo que le vendría bien un sedante – comentó el doctor.
— No quiero tomar un sedante – dijo Lali e intentó sentarse de nuevo.
— Todavía está en estado de shock, señora Esposito – le aseguró el médico.
Lali lo ignoró y apartó las sábanas. Sintió un vértigo. Tenía que ir al lado de Santino. De
pronto se quedó quieta... no podía estar al lado del niño si Peter estaba con él. Después de
cuatro años, tendría que volver a enfrentarse con Peter. Recordó que su último encuentro fue en
un hospital, horas después de que naciera Santino. Sentía que las sienes le palpitaban por la
tensión. Con cobardía, volvió a subir las sábanas.
— Por favor acuéstese – el tono de voz de la enfermera era suave e implicaba que Lali
estaba al borde de la histeria.
— No lo dejen entrar – insistió Lali, dejándose caer sobre la cama.
— ¿A quien?
— A mi ex marido – dijo Lali y cerró los ojos. Se sentía avergonzada. No actuaba como
un adulto, ni con normalidad a sentir temor por un encuentro, mas no podía evitarlo. Era algo
ilógico e instintivo.
— Si ese es su deseo – dijo el médico y miró a la enfermera. Ninguno de los dos comentó
que su ex marido ya había estado allí durante bastante tiempo mientras ella estaba
inconsciente.
Lali respiró con tranquilidad, aunque todavía temblaba al saber el desconsuelo del niño y
que ella no estaba a su lado. Sintió que una aguja le picaba el brazo y se estremeció en
reacción refleja, antes que sus párpados se cerrara.
— Tiene terror de él – señaló la enfermera con voz baja — . ¿Lo notó? Me pregunto...
— No es asunto nuestro investigar el motivo – apuntó el doctor — . Resulta obvio que la
señora Lanzani es una mujer muy emotiva.
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