Sunday, February 21, 2016

capitulo 26

Resultaba obvio que Peter la mantuvo vigilada desde el divorcio. la espió y fue por eso que sospechó que Steven era su amante. No hubo evidencia de otro hombre en su vida. La noche anterior, él no sabía nada, pero ahora descubría que ella pasó cuatro años de su celibato, haciendo penitencia por sus pecados. — No me dejes hablando solo, cara – dijo Peter y la detuvo con una mano — . No hice nada malo, era responsable por ti y por Santino. De haber sido menos generoso, hubiese decretado que vivieras una vida muy diferente. Pude haberte forzado a ser dependiente de mi, al exigirte que le dieras a mi hijo un medio de vida más adecuado. Te dejé hacer tu voluntad mientras Santino fue un infante, mas eso ya legó a su fin. — No te atrevas a volver a interferir en mi vida. No soy una de las mujeres de tu familia con las que estás acostumbrado a tratar. Tengo inteligencia y tanta necesidad como tú de tener una vida fuera del hogar. Me escuchas bien, Peter? — Imagino que toda la cuadra puede escucharte – comentó él. — Bueno, tú fuiste quien me enseñó que alzando la voz es la única manera como te callas y escuchas. Casi morí de aburrimiento cuando estuvimos casados... — No en el dormitorio... — ¿Lo ves? – lo interrumpió Lali — . A un hombre no le hablarías de esa manera, no lo humillarías, diciéndole que interviniste en su negocio. El le sostuvo los dedos con fuerza. — te lo dije porque no quería más secretos entre nosotros, no porque quisiera restarle valor a tus logros. ¿No puedes sentir gratitud por el sentimiento que hubo detrás de esa intervención?. — Después de anoche, no tengo nada por qué sentirme agradecida. Puedes considerar la cuenta pagada por completo – manifestó ella, con amargura. — Me deseaste. — No a sangre fría – murmur Lali — . Cualquier respeto que pudiera sentir por ti, murió anoche. Oh, no me digas que no me forzaste, nada más me condujiste al borde del precipicio y me ordenaste saltar. Hay poca diferencia. Lali regresó a su habitación. Recordó que él no estaba a su lado cuando despertó y esa circunstancia aumentaba la sensación de haber sido rebajada más allá de los límites de lo aceptable. Estaba en conflicto consigo misma. Sí, lo deseó con locura y desesperación, mas a la luz del día, lo sucedido esa noche sólo la humillaba. En otro tiempo expresó amor al compartir la cama de Peter. ¿Qué hizo la noche anterior? ¿Someterse con placer, revivir el pasado, buscar redención para sus pecados? Cualquier cosa en la que hubiera creído, la humilló. Durante el desayuno, apenas si pudo apartar los ojos de Peter. Sentía que el hábito y una peligrosa familiaridad estaba presentes, pero Peter no era el mismo hombre de cuatro años antes. Recordó que en cierto momento se dijo que todavía le importaba a Peter. ¿Qué tan patética podía ser? Mientras ella se engañaba, Peter la hizo implorar que la poseyera. El llevó la amargura al dormitorio y ella se lo reprochaba. En menos de cuatro días, Peter la había cambiado y ya no se conocía, o tal vez temía ahondar demasiado y prefería creer que nada más el deseo físico fue lo que la traicionó. Miró sus ojos brillantes en el espejo. ¿Y si algo de aquel antiguo amor todavía existía?... Ni siquiera debería de pensar así. Peter nunca volvería a amarla y el amarlo, sería firmar su sentencia de muerte. Llamaron a la puerta. Sabía que era Peter, y ese aviso era una burla, después de la forma como entró en la habitación la noche anterior. Desde la puerta le indicó: — No podemos continuar riñendo de esta manera. Eso no beneficiará a nuestro hijo. — ¿Pensaste en eso anoche? – le preguntó Lali. — ¿Voy a escuchar eso para siempre? No somos niños. Una vez estuvimos casados y dentro de unos días volveremos a estarlo. — Te aprovechaste. — Te deseaba y tenía derecho – apuntó él, con arrogancia. Lali inclinó la cabeza. — No lo tenías, estamos divorciados – señaló Lali. — Nunca me he sentido divorciado, nunca me he considerado verdaderamente libre. Desde el momento en que volví a verte, no pensé en nosotros como si estuviéramos divorciados. De pronto, un pensamiento pasó por la mente de Lali y palideció para en seguida ruborizarse. No soportaría que él la dejara embarazada. No era un temor melodramático.

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