Tuesday, February 16, 2016

capitulo 9

Lali dudaba que ellos pudieran perdonarla. ¿Cómo podrían entender lo que ella misma no comprendía? La educaron de manera muy estricta. Su madre conoció a John Taylor después de cumplidos los treinta años. El era viudo y tenía una hija de tres años y una parroquia que atender. Muchos pensaron que su segundo matrimonio era algo bueno. Lali nunca dudó que sus padres fueran devotos el uno con el otro. La chica nació un año después de la boda. Su niñez podía describirse como idílica. A diferencia de Vickie, ella tuvo pocos encuentros tormentosos con sus padres durante la adolescencia. Vickie se fue de la casa para convertirse en modelo y en poco tiempo su belleza la condujo al éxito. A los veintidós años, rentaba un pequeño apartamento en Grosvenor Place. El verano en que Lali terminó la escuela, Vickie sugirió que su hermana usara su apartamento mientras ella estaba fuera del país. — Está vacío y a decir verdad, lo preferiría ocupado – comentó Vickie — . Tú cuidarás mis cosas. ¿No es ya tiempo de que te apartes del nido? Si no tienes cuidado, ellos te reprimirán. Los Esposito no estuvieron de acuerdo con la generosidad de Vickie, ni con la alegría de Lali, mas esta última fue obstinada en su deseo de pasar más tiempo en Londres y hasta logró encontrar un trabajo temporal en una agencia de viajes cercana. Vickie comentó: — Espera hasta que veas al tipo que ocupa el apartamento del último piso. Es devastador, mas nunca estoy aquí el tiempo suficiente para impresionarlo. De cualquier manera – rió — , creo que en realidad no es mi tipo, es muy conservador. Una vez me atreví a invitarlo a una fiesta. El no aceptó, haciéndome comprender que no debí invitarlo. Procura no hacer mucho ruido. Parece que él es el dueño del edificio. Lali estuvo a punto de derribar a Peter el día en que se mudó. Salió apresurada del ascensor en el momento en que él entraba, por lo que chocaron y el expediente que él llevaba en la mano, cayó al suelo. Con la habitual alegría, Lali ayudó a recoger los papeles y comentó que llevaba demasiado trabajo a casa, por lo que recibió una sonrisa glacial. Eso no tuvo ningún efecto en ella, pues después de que lo observó por vez primera, sintió las rodillas temblorosas. Era devastador, como Vickie dijera. Esa combinación de cabello negro y ojos de un tono esmeralda, causó una gran impresión en Lali. — ¡Santo Dios! – exclamó Lali — . Sería un modelo maravilloso para un retrato. — Creí que iba de salida – dijo él — . ¿Tiene la costumbre de hablar de esta manera con desconocidos? — Oh, soy Lali Esposito, la hermana menor de Vickie... debe de conocer a Vickie... alta, rubia, es una modelo. Vive en el cuarto piso. — No la conozco – respondió él con voz seca y ella se ruborizó. — Bueno, estaré aquí este verano. Pensé que tal vez se preguntaría quien era yo. Por eso le expliqué. — Su piso – dijo Peter y detuvo el ascensor en el piso correcto, por lo que Lali no pudo hacer otra cosa que no fuera salir del ascensor. La actitud poco amistosa de él fue una sorpresa desagradable. Lali nació y creció en una comunidad pequeña, en donde conocía a todos, por lo que el anonimato en la vida de la ciudad, fue una fuerte impresión para ella. No obstante, hizo amigos siempre que pudo. Los hombres de seguridad del vestíbulo, pronto se tutearon con ella. Peter sólo usaba su apartamento cuando estaba en su oficina de Londres. Lali no sabía eso entonces, ni tampoco comprendía que él era muy rico. Lo vio con regularidad cuando subía y bajaba de su coche conducido por un chofer. Y las mujeres... Vickie no la previno respecto a las mujeres. Una noche Lali llegó tarde de una fiesta y tuvo que compartir el ascensor con Peter y una morena esbelta. Esa noche comprendió que siempre quería encontrarse a Peter y los días que no lo veía, los consideraba vacíos. Se sintió enferma al encontrarlo acompañado por la clase de mujer madura con la que no podía competir. Lali no era tan ingenua y supo que Peter no llevaba a una mujer a su apartamento en la madrugada para jugar acertijos y eso le dolió. Todavía podía recordarse de pie en el ascensor, sin pronunciar palabra y creyéndose demasiado joven. — Buenas noches, Lali – murmuró Peter con voz sedosa, como si supiera lo que ella pensaba. Esa noche Lali no pudo dormir. Caminó por la sala, reprochándose lo niña que era por dejarse obsesionar por un hombre que ni siquiera sabía que existía.

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