Friday, February 26, 2016

capitulo 52

— Espero que sí ...creo que sí te gustará – dijo él y en su boca apareció una sonrisa infantil mientras dejaban la vía Tornebuoni — . — Pensé en esto en Grecia – Lali se preguntó si con tanta anticipación él recordó su cumpleaños. Eso le agradaba. Peter le tomó con impaciencia la mano — . Cierra los ojos – la abrazó para obligarla a caminar unos pasos más antes de volverla — . Ahora puedes abrir los ojos. — ¿Se supone que debo ver algo? — preguntó Lali al observar los escaparates decorados en verde y oro de la tienda aparentemente vacía que tenían enfrente. — Mira el nombre – le sugirió Peter. Lo que ella leyó la dejó inmóvil. “Antiques Fayre— Firenze”. Mientras Peter colocaba la llave en la cerradura de la puerta, Lali intentó mantener la boca cerrada. ¿Peter le compró una tienda? — . ¿No vas a entrar? Lali permaneció de pie en el espacioso interior. El suelo estaba cubierto de cajas y basura. La tienda era con facilidad cuatro veces mayor que la anterior. — ¿Cómo...lo conseguiste? Está en un sitio muy céntrico...debe de haberte costado una fortuna...¿o es rentada? — Te pertenece a ti. Al dueño anterior le hice una oferta que no pudo rechazar. Con ese precio, debió llevarse la basura – se quejó Peter. — ¿Quieres que me dedique a este negocio? – preguntó Lali y deseó que hubiera dónde sentarse, pues las piernas le temblaban. Temía que fuera un gigantesco mal entendido. — Esa fue la idea, pero... — Sabía que habría un pero – manifestó Lali. — El niño – dijo Peter y extendió las manos de manera expresiva — . No sabía que estaba en camino. ¿Crees poder esperar hasta después de que nazca para inaugurar este lugar? Me temo que el comenzar ahora, sería poco indicado, mas cuando nazca el pequeño podemos contratar a una niñera... Lali se relajó al darse cuenta de que no era el pero que ella temía. Hubo un silencio. Estaba muy sorprendida, Peter le abría la puerta de su jaula de oro. Después de un momento, él suspiró y dijo: — Sé que te gusta estar ocupada. Tienes mucha energía. Cuando termines con la casa y Santino esté en la escuela, ¿qué harás con tu tiempo libre? Sugiero que contrates a un gerente para que no estés demasiado atada al negocio, pero eso depende de ti. Lali deseaba llorar. Cuando Athene se enterara de eso, pensaría que su hijo se había vuelto loco. — ¿Decidiste esto en Grecia? – preguntó Lali. — Sabía lo mucho que te aburriste antes en casa, necesitabas un estímulo. Esta vez quiero que te sientas contenta al estar casada y aquí tendrás un desafío, tú... — ¡Peter, es lo más maravilloso que alguien ha hecho por mi! – lo interrumpió Lali. Al comprarle ese negocio, Peter dominó su necesidad de tenerla encerrada. Al observarlo, Lali comprendía que él todavía se cuestionaba respecto a la decisión que tomó. Sin embargo, lo que importaba era que él lo hizo por ella, a pesar de que temía darle tanta libertad. Dudosa, Lali extendió la mano para tomar la de él — . Nunca tendrás motivo para lamentarlo. — tengo que confiar en ti. Tuviste razón cuando lo señalaste. El problema era mío. Aquel día en la isla, perdí el control y no volverá a suceder. De pronto Lali comprendió que tenían alguna esperanza, aun sin Vickie o Jeff. Cinco días más tarde, Peter voló a Roma. Se suponía que regresaría a casa para pasar el fin de semana, mas la tarde transcurrió sin que él apareciera. Por la noche temprano, Lali estaba sentada junto a la ventana del salón y se preguntaba por qué él no había telefoneado. En ese momento, advirtió que un pequeño Fiat amarillo que producía mucho ruido aparecía por el sendero. Sorprendida, vio que del coche bajaban Jeff y Vickie y que su hermana tomaba la mano de Jeff.Lali quedó inmóvil. Un momento después, Lucrecia los pasó. — Peter está en Roma – fue lo primero que Lali dijo. Jeff extendió la mano para saludarla, mientras con el otro brazo abrazaba a su hermana. — No espero que me recibas bien, pero ya tengo cuatro años más y soy un poco más sabio – comentó Jeff. — Supongo que te habrás preguntado qué sucedía – intervino Vickie — . Jeff nunca supo que tú y Peter se separaron desde ese día. No quiero que pienses que él es igualmente culpable. Transcurrieron más de dos años antes que volviéramos a vernos. Cuando encontré de nuevo a Jeff, no le comenté nada de lo sucedido. No podía llevarlo a casa, no hablarte de él. Estaba atrapada en mi propia trampa.

No comments:

Post a Comment