Tuesday, February 23, 2016
capitulo 40
— No puedes regresar el reloj, Peter. Tienes que comprenderlo. Para nosotros, todo terminó
hace tiempo. Debiste dejarme sola. Me viste en el hospital y actuaste siguiendo un impulso. No
hay regreso. Déjame ir...
Peter se apartó de ella y cerró los puños con fuerza. Lali no supo si su demostración de
agresión iba destinada a ella o a las personas que se atrevieran a murmurar. Peter se golpeó la
palma con un puño cerrado y sus ojos brillaron de ira al mirarla.
— Creo que preferiría verte muerta a dejarte partir. Te quiero demasiado y no temo a las
murmuraciones. Tú tampoco deberías temerlas, ¿quién se atrevería a insultarte en tu cara?
Sería un hombre muy valiente el que se atrevería a ofenderme. Esto es entre nosotros y nadie
más, ¿no te das cuenta?
— No lo soporto, Peter – murmur Lali — . Estaba contenta como estaba.
— Estarás contenta conmigo – aseguró él y levantó una ceja — . Si puedes aceptarme en
la cama, es sólo cuestión de tiempo el me aceptes en lo demás.
— ¡Nunca! ¡Es demasiado tarde! – dijo Lali con las mejillas ruborizadas debido a que él
recordó su debilidad. Intentó alejarse. La intensidad de las emociones entre ellos la dejó
exhausto. Peter nunca admitiría haber tomado una decisión equivocada y haría cualquier cosa
para convertirla en la decisión correcta. No obstante, cuando hablaba de apartar a Carreras,
tocaba la punta de un iceberg y evadía aceptar que había algo más que eso. Carreras sólo fue
un instrumento, un profesional bien pagado que hacía su trabajo y fue el hombre que estaba
detrás de él quien casi la volvió loca de dolor.
Peter era un hombre muy rico y Lali suponía que la única situación que estuvo fuera muy
rico y Lali suponía que la única situación que estuvo fuera de control fue su supuesta
infidelidad. Ella lo ofendió como nadie se atrevería a hacerlo. Peter pensaba en ella como en
una posesión y a nadie se le permitiría tomar lo que le pertenecía, antes que él mismo
decidiera dejarlo. El único insulto que Peter recibió, fue de ella y con fervor masoquista intentaba
borrar esa mancha en su masculinidad. ¡Qué tonta fue al pensar que Peter quiso volver a
casarse por el bien de Santino!
Peter comentó:
— Desearía poder volver al pasado y cambiar algunas de las acciones que tomé, mas
aunque pudiera hacerlo, no creo que actuase de diferente manera... eras muy joven y fui duro,
pero yo también sufrí. Durante esos seis meses, en tres diferentes ocasiones volé a Florencia.
Una vez llegué hasta las rejas de la casa, antes de decirle al chofer que regresara – sus ojos
no tenían brillo — . Debes agradecer que regresara, puesto que cerca de ti no confiaría en mi.
Al escucharlo,Lali se sorprendió y por instinto se acercó a él.
— ¿Qué...querías decirme? – preguntó Lali con voz apenas audible.
— ¿Por qué?... eso es lo que quería preguntare. ¿Fue debido a que él era más joven que
yo, más apuesto, más excitante? ¿Fue por necesidad o por maldad? – el tono de su voz la dejó
helada — . ¿Fue él bueno? ¿Cuántas veces te tomó, cómo lo hizo? ¡Eso era lo único que tenía
en mente! – se asió a la barandilla y sus nudillos quedaron blancos. Lali se quedó muy quieta
al comprender lo mucho que su acción lo afectó. Deseó hablar, llevar a su hermana ante Peter
para que confesara la verdad, pero el sentido común la mantuvo callada, pues el estado de
ánimo en que estaba Peter, la explicación sonaba como una tontería y lo enfadaría todavía más
— . Algunas veces aún pienso en eso. Nunca pude ponerle las manos encima... y si alguna vez
lo logro, lo mataría...
Lali se estremeció.
— Si...me hubieras visto...¿no crees que hubiera habido...otras cosas que decir? –
murmuró Lali.
— Sabía que no estabas bien, tu médico me mantuvo informado. Si me hubiese acercado a
ti y perdieras a nuestro hijo, no me lo hubiera perdonado jamás – Lali comprendió que esa no
era una respuesta, mas su pregunta fue sentimental — . Ese día en el hospital, después de que
nació Santino, te miré y te odié por lo que nos hiciste a ambos. Nunca quise volver a verte; sin
embargo, no pude olvidarte.
¿Qué es lo que quería con ese matrimonio? Le confesó que la llevaba en la sangre y con
seguridad despreciaba esa debilidad en él. De pronto, Lali se convenció de que lo que
intentaba, consciente o inconscientemente, era mirarla con completa indiferencia en el futuro.
— ¿Y todavía crees que podemos empezar de nuevo? – preguntó Lali.
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