Había sido una locura ir hasta él sin haber preparado bien sus defensas. Se había dejado llevar por su impulso, algo que, por desgracia, hacía con bastante frecuencia.
-¿Satisfecha? -preguntó Peter impaciente, disgustado por su evidente conmoción.
-¡Pero tú me diste el trabajo! - exclamó a la desesperada.
-¿Y? -contestó enarcando' levemente las cejas.
Lali sintió cómo crecía la furia en su interior. Estaba claro que él sabía que no había tenido nada que ver con la trama urdida por su padre y hermana, pero quería saber si iba a castigarla por llevar la misma sangre que ellos. Deseaba derrumbar su impenetrable fachada y saber qué es lo que realmente sentía. Quería la verdad, y no se detendría ante su indeferencia.
-Eso pasó hace mucho tiempo -murmuró Peter.
-¡No me vengas con ésas! -estalló Lali con los ojos centelleantes- ¡No me mientas!
Él apenas movió un músculo, asombrado por su insistencia.
-¿Por qué iba a mentirte? -preguntó suavemente.
-No... no lo sé -con un movimiento brusco se apartó el pelo de la cara, y se quedó mirándole directamente a la cara-. ¡Manténte alejado de mi hermana! -continuó con repentina ferocidad.
Peter sonrió encantado, como si hubiera recibido un elogio. La modestia no era precisamente una de sus virtudes, y sabía exactamente el efecto de su atractivo en el sexo opuesto.
-Le vendría muy bien que le dieras algún consejo -dijo cínicamente.
-¡Cuánto debes odiarla!
-¿De verdad crees que merece que la defiendas?
Lali palideció aún más. Temblaba tan fuertemente que notaba tensos todos sus músculos.
-Si le estás dando esperanzas....
-No necesita que yo le anime -replicó Peter suavemente.
-Estás destruyendo su matrimonio -le reprochó.
-Esta conversación me aburre -la miró con un brillo acerado en los ojos-. No te metas en lo que no entiendes.
-Te... te en... entiendo per.., perfectamente -Lali temblaba ahora de pies a cabeza.
-¡Vaya! ¡Por fin! -exclamó Peter- Pero te diré que nunca me ha importado que una mujer me entienda o no.
-¡Te lo mereces! -estalló Lali, sin poder reprimir su cólera por más tiempo- ¡Ninguna mujer en su sano juicio te haría caso!
-¡Lali mala, Lali mala! -lloriqueó Rosie a sus pies, asustada por los gritos. Lali, que había olvidado que la pequeña estaba con ellos, se agachó de inmediato para consolarla.
-Tranquila, cariño -susurró Peter, pasándole la mano por la cabecita para
calmarla.
La mirada de adoración que le dirigió la niña enfureció aún más a Lali.
-¡No la toques! -exclamó.
-Mamá y yo nos daremos un besito para hacer las paces -murmuró Peter muy tranquilo, aunque su mirada delataba la furia que sentía.
No comments:
Post a Comment