Mira, nunca se me ha ocurrido esperar de ti que te arrodilles a limpiar el suelo. Para ser sincero, nunca había tenido que pensar en cosas prácticas como la reforma de una casa.
Peter se fue, pero Lali se quedó mirando la puerta. Cada vez que creía que había llegado a comprenderlo, él hacía algo que la sorprendía. Podía ser amable y cariñoso con Rosie, pero no podía pensar que era así en sus relaciones con las mujeres. En el Faisán, había sido muy sincero a la hora de confesar su deseo de acostarse con ella y todavía más al decir que no serviría más que para satisfacer un deseo puramente físico.
Pocos hombres se habrían atrevido a ser tan sinceros, pero él lo había sido. Sin embargo, no podía creer que Peter, que era famoso por conseguir cualquier mujer que se propusiera con el menor esfuerzo por su parte, pudiera desearla a ella, a Lali Esposito. Ella nunca se había tenido por una mujer fatal. Peter se había comportado como si ella fuera muy deseable, pero eso sólo le hacía recordar las palabras de Mariano: Peter quería vengarse de los Esposito. Aun así, había sido muy generoso con ella y con Rosie, ofreciéndoles una salvación cuando no tenían nada a lo que agarrarse.
Le estaba dando las buenas noches a Rosie cuando oyó que llamaban a puñetazos a la puerta principal.
-¡Pa... papá! -exclamó retrocediendo con terror.
Nicolas Esposito entró como un boxeador abalanzándose sobre su contrincante.
-¡Así que es verdad! ¡Te tiene aquí!
-P... Peter me ha dado trabajo...
-¿Trabajo? ¿Así lo llamas? También te ha dado algo más, por lo que me han dicho.
¡También tienes una hija de ese bastardo!
Lali palideció y miró a su padre con temor.
-¡Rosie no es suya! Yo sólo trabajo para él.
-¿Trabajar para él? -dijo Nicolas, y se echó a reír-. ¿En la cama? Has pasado todo el día con él en el Faisán, ¿así trabajas para él? ¡Todo el maldito pueblo está hablando de ello! ¡No podían esperar a que se fueran los obreros, dicen! Viviendo en pecado, con una niña, diciendo que eres su asistenta. ¡Estúpida! ¿Es que no te enseñé nada mejor? Ya te enseñaré lo que es bueno cuando vayamos a casa, por Dios que lo haré.
-Yo no... no voy contigo a ninguna parte.
Lali estaba desconcertada y atemorizada, pero no podía dejar de pensar en lo que se estaría diciendo en el pueblo. Peter tenía fama de conquistador y no le extrañaba que la gente hiciera suposiciones, como tampoco era extraño que pensaran que Rosie era su hija. ¿Cómo podría conservar su empleo cuando Peter oyera esas habladurías?
-¡No puedes quedarte aquí con él! -dijo Nicolas apresándola por la cintura-. Ese hombre quiere que todo el mundo se ría de mí...
-Pero usted se las arregla muy bien sin mi ayuda -dijo Peter con desprecio, apareciendo en el vestíbulo.
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