-La próxima semana tendré una nueva secretaria. Trabajaremos aquí hasta que los obreros terminen el despacho en el viejo establo.
Lali se mordió el labio.
-¿Qué tienes pla... planeado para Candela?
Peter se irguió.
-No creo que quieras saberlo. Tú eres muy compasiva y sabes perdonar, pero yo no -dijo con frialdad-. Quería hacerle daño y tenía toda la intención de hacerlo. Y habría disfrutado mucho destruyéndola...
Lali lo miró desconcertada, temerosa.
-Pero tú te interpones en el camino. Candela debería besarte los pies. Rosie y tú sois su única protección -dijo Peter con suavidad-. Casarme contigo me hace olvidarme de la venganza... ¿Satisface eso tus instintos fraternales?
No, era terrible. Si se marchaba, Candela abortaría. Si le decía a Peter la verdad, éste volvería, con renovada ira, a sus planes de venganza. La única solución era casarse con él... pero no podía llegar tan lejos, ¿o sí?
-En cuanto a tu padre -prosiguió Peter-. No tengo ningún interés en seguir adelante. Sus empresas están al borde de la bancarrota.
Lali se quedó perpleja ante la fría indiferencia con que Peter mencionaba aquella revelación.
-¿Bancarrota? Yo creía que todo le iba bien...
-No debió vender la cadena de comida rápida, conocía ese negocio desde que empezó a trabajar, y se equivocó en algunas inversiones. No creo que pueda seguir viviendo aquí.
Lali no sentía gran aprecio por su padre, pero lamentaba su suerte. Había hecho del dinero su dios, la única razón de su existencia. Sin su fortuna, ¿qué haría? -Le tienes lástima -dijo Peter apretando los labios.
-Es mi pa... padre.
Peter la miró fijamente.
-Espero la misma lealtad cuando me prometas amarme, honrarme y obedecerme hasta el resto de tus días -dijo-. Y no me gustaría estar en tu piel si no es así.
Lali apartó la mirada primero que él.
-Lali, nadie elige a su familia. No tienes nada en común con Candela excepto el apellido. Tú no mientes, ni manipulas, ni engañas. Que tu familia no se interponga entre nosotros.
De los tres pecados que había mencionado Peter, ella era culpable de todos ellos. No se atrevía a mirarlo a los ojos. Había sido ella la que se había metido en la boca del lobo, pero Peter la había forzado a hacerlo, se dijo, desesperada por compartir una parte de su culpa. El niño no nacido de Candela era el único inocente en aquella historia. Ojalá pudiera confiar lo bastante en Peter como para contarle la verdad, pero estaba
tan hambriento de venganza que no podía arriesgarse.
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