-Sí. Traerme al mundo fue muy difícil para ella, la excluyeron de la sociedad y a nadie le habría importado lo más mínimo si me hubiera abandonado. Pero rompió las reglas y la castigaron por ello. Mi abuelo me dijo que yo arruiné su vida...
-¡Eso es una maldad!
Peter la miró a los ojos y sonrió.
-¿Qué te dije de los hombres que cuentan historias tristes? -dijo y la estrechó entre sus brazos.
Lali se estremeció, Pero no sabía si la quería o si la perdonaba porque quería que Rosie se quedara en su casa... Y seguía reflexionando cuando empezó a quitarle la ropa.
-No... no debemos -dijo.
-Volví de Londres decidido a acostarme contigo -dijo Peter besándole en el dulce surco de los senos-. Y entonces tú te emborrachaste después de decirme que yo era lo último que querías.
-Creo que mentí -dijo Lali, con dificultades para concentrarse en lo que decía.
-Fue como ser herido por un rayo. Ése fue el momento en que me di cuenta de que me había enamorado por primera vez en mi vida. No sabía qué hacer -dijo Peter, y le besó los pechos.
Lali se estremeció.
-¿Amor?
-Tenía que ser amor porque me sentía muy mal. Y durante días no pensé en otra cosa que no fuera en hacerte el amor... Estaba obsesionado con la idea de que, si te tenía, podría olvidarte.
Lali iba perdiendo el control poco a poco.
-Deja de hablar.
-Y tú me llamas hedonista -murmuró Peter, provocativamente-. Te acabo de decir que estoy: enamorado de ti y tú me dices que me calle.
Lali lo miró con incredulidad.
-¿Eso has dicho? ¿Eso he dicho?
-¿Por qué crees que me casé contigo?
-Le dijiste a Candela...
-Que estaba locamente enamorado... Y debía estarlo para soportar la revelación acerca de Rosie y seguir adelante. No podía dejarte marchar. Quería estrangularte, pero no quería dejarte marchar. ¿Por qué te crees que estaba tan rabioso? Me dije que iba a convertir tu vida en un infierno.
-Yo no quería decirte la verdad en la iglesia -confesó Lali, avergonzada-. Quería...
-Querías mi cuerpo -dijo Peter con una sonrisa-. Creía que no ibas a admitirlo
nunca.
-Te quiero -dijo Lali, y sintió una punzada en la boca del estómago, cuando Peter hincó las caderas en mitad de sus piernas.
-Lo que pasa es que te da vergüenza confesar que no tienes buen gusto.
-Tengo un gusto exquisito.
Peter la besó con intensidad, devorándola... y mucho, mucho, mucho tiempo después, cuando hubo descendido de las nubes, murmuró:
-Siento mucho haberte mentido.
-No te preocupes -le dijo Peter, jugueteando con su pelo-. Puede que cuando tengamos el sexto te haya perdonado.
-¿El sexto? -dijo Lali con un sobresalto.
Peter la acarició la espalda y volvió a ponerse encima de ella.
-Es que quiero tenerte muy ocupada en la habitación...
Fin.....
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