Sunday, June 7, 2015

capitulo 18

Sin embargo Peter había cambiado las ideas de Lali acerca de su propia sexualidad. En un santiamén. Ante el deseo de volver a estrecharlo entre sus brazos lo único que podía hacer era resistir. Nunca hubiera soñado que ningún hombre la excitara tanto, la dejara tan hambrienta. Y el hecho de que Peter Lanzani tuviera ese poder sobre ella la tenía perpleja.
La limusina subió por una calle empinada. Sobre un acantilado de altura espectacular surgió un enorme tejado. La casa parecía más grande cuanto más se acercaban. No era un villa, era todo un palacio.
-¿Es ésta tu casa? -preguntó Lali. Peter asintió mientras la limusina paraba delante de la gigantesca edificación -. Si vas a estar con tus amigos y tu familia será mejor que busques una habitación donde encerrarme, no quiero inmiscuirme en tus...
-Tú te quedas conmigo -la intemImpió él tranquilo. -¿Y qué se supone que debo decir cuando la gente me pregunte? ¡Ni siquiera sé cómo se llamaba tu padre! -respondió Lali sin disimular su incomodidad.
-Se llamaba Spiros, tenía setenta y un años y yo era su único hijo -informó Peter con voz espesa-Era una de esas buenas personas que tú has mencionado antes, y su muerte ha sido repentina e inesperada. -No tuviste la oportunidad de decirle adiós. Eso es, difícil de asimilar -comentó Lali recordando sus propias penas.
Peter la miró de reojo, con desdén.
-Ahórrate los tópicos, mi padre y yo llevábamos tiempo separados.
-No era un tópico. ¿De quién era la culpa de que estuvierais... separados? -se atrevió Lali a preguntar.
-Mía...
-Pero tú no podías saber que...
-¡Eso no es asunto tuyo! -gritó Peter.
Ambos salieron del coche. Lali miró de reojo a Peter que, tenso, reprimió un suspiro. Estaba decidido a contener sus emociones tal y como, supuestamente, todo hombre debía hacer. Hubiera sido mucho más fácil para una mujer. En aquel momento Peter era como un volcán, luchando por tragar toda la lava emergente, a punto de estallar.
Lali dejó que la adelantara. Un montón de sirvientes se alineaban esperándolos en el opulento vestíbulo. Peter dijo unas palabras. Lali
vaciló y miró a su alrededor. De pronto una morena apareció inesperadamente en el dintel de una puerta. Peter, que no la había visto, miró para atrás con gesto imperioso.
-¡Lali! -la llamó impaciente. Ruborizada ante las miradas curiosas, Lali aceleró el paso. Justo cuando Peter alargó una mano para tomar prisionera la de ella, la morena se acercó caminando. No debía de tener ni treinta años. Tenía el pelo corto y negro, y los ojos oscuros y exóticos. Y llevaba una ropa y unas joyas impresionantes.
-Cande... -la llamó Peter apretándole la mano a
Lali.
Cande plantó un frío beso sobre la mejilla de Peter y ambos comenzaron a hablar en griego. La morena ignoró a Lali que, lejos de molestarse, estaba irritada por la cabezonería de Peter al mantenerla a su lado. Él continuó hablando con la griega, que Lali supuso sería una pariente cercana, mientras las guiaba a ambas hacia un salón.
Entonces comenzó a llegar más gente y Cande asumió el papel de anfitriona. Peter había soltado ligeramente la mano de Lali, que trataba de escabullirse hacia un rincón. Pero Peter no solo la retenía, sino que de pronto la hizo adelantarse y comenzó a presentarle a gente. No obstante Lali
no pudo mantener ninguna conversación con nadie. Muchas miradas recaían sobre ella, pero Peter no dejaba de llevarla de un lado a otro. Intercambiaba unas palabras aquí, una frase allá... estaba tan tenso que era incapaz de dialogar con nadie.
-¡Cristos, odio esto! -murmuró Peter entre dientes, de pronto.

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