Tuesday, June 9, 2015

capitulo 30

-¡Si fueras un hombre te habría matado por insultarme de ese modo!
-¡Me estás asustando...! -musitó Lali.
Una expresión de terrible desagrado cruzó el rostro de Peter, que se enderezó instantáneamente -El helicóptero te está esperando en la villa -añadió entre dientes -. ¡Haz tu maleta y márchate! ¡Y no vuelvas a poner un pie en el edificio Lanzani International!
Lali, tan pálida como la sábana, sacó las piernas de la cama y se sentó.
-Pensé que podría amarte, pero ahora te odio - musitó con voz espesa.
Peter dejó caer un montón de billetes sobre la alfombra, a los pies de Lali, con un gesto de desprecio. Lali los miró incapaz de pronunciar palabra.
-Como tú misma has dicho muy bien los negocios son lo primero y lo último en tu vida. Así que, si te sirve de consuelo, he pasado una noche fantástica. Por un momento Lali se sintió devastada, pero después su reflejo innato de supervivencia la hizo reaccionar.
-¿Es eso lo que cuesta el billete de avión desde Atenas?
-Cristo, ¿qué significa eso?
-La pobre gente como yo tiene que ser práctica. No sé cuánto cuesta un billete en avión de aquí a casa -explicó Lali negándose a mirarlo, negándose a sentir nada.
-Puedes recoger tu billete de vuelta en la terminal. -Entonces lo único que necesito es dinero para el transporte a casa una vez que llegue a Londres -dijo Lali tomando un billete del suelo y resolviendo mandarle el cambio-. ¿Qué hay de Emilia?
-¿De la otra mujer de la limpieza? ¿Tú qué crees?
-Que si echas también a Emilia vas a lamentarlo -Lali levantó la cabeza despacio, muy despacio, con una mirada tan fría como la de él. Era el momento de proferir la peor amenaza de su vida-: Acudiré a los periódicos, Peter. Les contaré toda esta historia en verso, ya que parecen tan interesados en ti. Y con lo que saque compensaré a Emilia...
Peter la observó con un disgusto y una incredulidad inconfundibles. Lali estaba sobrecogida, pero se puso en pie por miedo a delatar su debilidad. Le dio la espalda, recogió sus zapatos viejos y se los puso. Luego, con la bolsa de la ropa de trabajo en la mano, pasó por delante de él con la cabeza bien alta.
Llegar hasta el ascensor de la villa se le antojó eterno, y lo mismo atravesar el vestíbulo. El helicóptero estaba aparcado a cierta distancia de la casa.- Subió a él tratando de mantener el control y, sobre todo, de no pensar en lo estúpida que había sido echando sobre sí aquella desgracia. Pero el primer suspiro de autocompasión escapó de su boca mucho antes de que abandonara Atenas. Lali no estaba acostumbrada a cometer errores, y menos aún con los hombres. Era una persona cauta. Por eso, cuando volvió a recordar todo lo ocurrido, no pudo creer que se hubiera comportado de un modo tan tonto. De inmediato decidió que había recibido lo que se merecía. Ella misma había invitado toda aquella humillación.
¿Cómo había podido olvidar que aquel hombre era el modesto chico que, pavoneándose, había asegurado ser capaz de persuadirla para que se acostara con él? Y, lo que era aún peor, Lali se veía obligada a reconocer que se había sentido muy próxima a una persona capaz de sojuzgarla y malinterpretarla. Peter ni siquiera la había escuchado.
¿Pero qué se podía esperar de alguien tan estúpido y con tantos prejuicios, por otro lado? El problema era que nunca nada le había dolido tanto como aquello...

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