Tuesday, June 9, 2015

capitulo 33

Y, como era habitual, su aspecto era sensacional. Traje sastre gris marengo, camisa de rayas, corbata de seda. El corazón de Lali zozobró. Peter parecía exactamente lo que era: un hombre de negocios rico y sofisticado. ¿Cómo podía haber imaginado, ni tan siquiera por un segundo, que podía relacionarse con una persona así? Lali sacó las llaves con mano temblorosa.
-No juegas limpio, Peter. Te dije que no quería verte. -Te hice daño y lo siento -murmuró él tranquilo.  Lali ladeó la cabeza. No estaba preparada para escuchar aquella disculpa tan penosa para su ego. De sus ojos salieron lágrimas mientras trataba de meter la llave por la cerradura. Peter le quitó las llaves, abrió y dio un paso atrás. Lali entró y apagó la alarma.
-No tengo ganas de hablar contigo, ¿de acuerdo?
-No, no estoy de acuerdo. Yo quiero que hablemos.  Lali tragó. Probablemente lo único que quería era ofrecerle una explicación y marcharse, pensó. Se encogió de hombros como si aquello no le importara y trató de mantener alta su dignidad. Peter la siguió por las escaleras que había detrás del mostrador. Ella abrió la puerta de su casa y encendió la luz de la mesilla.
Aquella era su casa, y tenía una sola habitación, pero estaba orgullosa de ella. Había pintado las paredes de amarillo, colgado pósters y cubierto un sillón con una bonita tela de color. Dejó las llaves sobre la mesa junto a la ventana y se volvió hacia él.
Peter la observó con una intensidad inquietante. Lali se ruborizó y se cruzó de brazos, plenamente consciente de pronto de su pobre aspecto. Levantó la barbilla y sus miradas se encontraron. Ella se estremeció, sintió un calor inundar sus muslos, una necesidad despertar de pronto.
-Ven a casa conmigo -rogó él con voz espesa.
-¡No! -jadeó Lali confundida ante aquella invitación.
Las densas pestañas de Peter descendieron lentamente sobre su intensa mirada mientras él respiraba hondo, lleno de tensión.
-Tienes razón, tenemos que hablar primero -concedió él a su pesar.
¿Primero?, se preguntó Lali volviéndose temblorosa, atónita ante la idea de que él pudiera obligarla a rendirse con una sola mirada.
-El otro día, en la isla, me equivoqué totalmente contigo -admitió Peter sin vacilar-. Cuando me llamó mi gerente con las malas noticias no le dejé ni explicarse. No quería discutir sobre ese asunto. Me
temo que pensé que habías sido tú quien había hecho esa llamada desde el aeropuerto. Estaba furioso.
-Sí.
-Pero esta mañana he sabido que decías la verdad, había alguien más la otra noche. La cámara de seguridad del corredor lo tiene todo grabado -reveló Peter-. Si yo hubiera estado más centrado aquél día me hubiera acordado de la cinta de vídeo y habría comprobado de inmediato que decías la verdad -Lali asintió en silencio, sin mirarlo -. Tengo mucho carácter, pero normalmente no llego a juicios tan precipitados sobre la base de pruebas circunstanciales únicamente.
-Bueno, es cierto que las circunstancias no me favorecían, ¿verdad? -respondió Lali tratando de no darle importancia, deseosa de acabar con aquella visita - . Tú no me conocías, ¿cómo ibas a saber que yo no hago esas cosas?
-Eres muy generosa, pero no voy a esconderme tras esa excusa. Hemos pasado el suficiente tiempo juntos, yo debería de haberlo sabido -la contradijo Peter-. Lamento terriblemente la forma en que te traté. Fui... brutal.
Lali no discutió ese punto. Se quedó mirando para abajo, resistiéndose a la tentación de posar los ojos sobre él. Dio se lo estaba poniendo difícil. No
quería servirse de la excusa que ella le ofrecía como hubiera hecho la mayoría de los hombres. No trataba de aminorar en nada su culpa, de negar su crueldad. El silencio era tenso. Lali sabía que él esperaba una respuesta, pero no tenía nada que decirle.

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