Wednesday, June 3, 2015

capitulo 35

Lali giró y se movió con torpeza frente al elegante espejo oval. Oyó abrirse la puerta del extremo de la soberbia habitación y volvió la cabeza. El reflejo de Peter apareció a su lado y unas manos firme le abrocharon la cremallera que se le había resistido.
—Estás fabulosa.
Mientras subía la cremallera bajó los labios para rozarle con una caricia uno de sus pálidos
hombros.
Lali no tuvo la rapidez para contener el involuntario temblor, pero no estaba de humor para que
le recordara la intimidad impuesta.
Allí estaba, vestida con un traje corto de diseño del mismo tono que el cobre bruñido. Ni en un millón de años se hubiera podido permitir comprarse un vestido como aquél. Y la enojaba aún más que el color fuera tan favorecedor y que le quedara como un guante. Esa noche parecería una deslumbrante posesión para toda la gente que la mirara y las mujeres sólo tendrían que echar un vistazo para saber quién había pagado aquel vestido.
Metió los pies en los zapatos de salón a juego y se cepilló con rapidez la brillante cascada de pelo,
consciente de la mirada de Peter clavada en ella.
—Estabas todavía durmiendo en mis brazos cuando me desperté esta mañana. ¿Qué es lo que ha
cambiado desde entonces?
A Lali la asaltó una rabia irracional de que él se hubiera despertado primero y la hubiera sorprendido en aquella postura. Estaba bien abandonarse a la debilidad cuando él no se enterara, pero era una completa estupidez que él viera aquella debilidad. Peter no era tonto y pronto sospecharía que ella era aún más idiota de lo que él creía. ¿Cómo podía amar a un hombre que la estaba reduciendo a aquel nivel?
—Lali... Me gustaría que me respondieras.
Ella se dio la vuelta y clavó sus ojos negros en él con una rabia defensiva.
—Una explicación sería inútil. ¡Dudo que te importe un comino lo que la gente piense! El frunció el ceño.
—¿De qué estás hablando?
—¡De repente aparezco otra vez como caída del cielo y aquí estoy viviendo contigo!
Le dio la espalda de nuevo, enojada de haber exhibido su verguenza hasta aquel extremo.
—O sea que todavía te importan las apariencias —dijo Peter con tono despectivo—. Yo no tengo tiempo para eso, sobre todo porque sé que, si no hubiera sido por la mala interpretación de los hechos hace cuatro años, nuestro matrimonio podría haber salido adelante.
Lali se quedó sin aliento ante la acusación.
—No hubo ninguna mala interpretación en aquellos acontecimientos..
—Me condenaste sólo por ver una fotografía en los periódicos. ¿Por qué? Porque te hizo quedar en ridículo, porque estabas obsesivamente celosa de Euguenia y tu estrecha mente no podía comprender que el sexo no es el factor dominante de todas las relaciones entre un hombre y una mujer.
El silencio pesó como una losa. Lali se había sonrojado de incredulidad, rabia y dolor por haberse atrevido a mencionar aquel nombre de nuevo. Era como un capote rojo para un toro y todo lo que había dicho después de aquel nombre se le escapaba.
—¡No estaba obsesivamente celosa de esa perra!—gritó con una repentina oleada de furia incontrolable—. La aguanté durante bastantes meses sin un murmullo de queja. Fui una tonta. Por ti, aguanté todas sus maliciosas insinuaciones acerca de lo gorda que estaba, lo mal que vestía y lo totalmente inadecuada que era para ser tu mujer. Sí, la verdad era que la odiaba
Peter se había puesto pálido.
Estaba estupefacto de que se ella hubiera atrevido a atacar con una rabia tan amarga a su preciosa Euguenia, pensó ella. Lali estaba temblando, asustada de su propia reacción, aunque no pensaba retractarse ni una sola palabra. Quizá ya fuera hora de que Peter comprendiera que ella o era una ingenua tan ciega como había sido en otra época.
Sus brillantes ojos verdes eran tan duros como diamantes.
—Euguenia estaba...
Lali extendió las manos en un gesto de auténtica advertencia.
—Di su nombre una vez más y me iré de aquí. Y no me chantajees con lo de Vico porque no te escucharé. ¡No te escucharé porque me habré ido! —aseguró con fiera convicción—. No toleraré a esa mujer cerca de mí, así que será mejor que la mantengas bien apartada de mi camino.
—Eso no será muy difícil —contestó Peter con frialdad—. Ahora vive en Nueva York.
Lali le dio la espalda de forma brusca con un vuelco en el estómago. Seguro que él volaba a Nueva York al menos una vez al mes. Aunque ahora tendrían que ser más discretos. Aquel periodista con el que había hablado su amiga Candela había desvelado que su relación no era platónica. Pero los dos habían salido muy bien librados, pensó dolida Lali. Sólo con la acusación de haber mantenido una aventura a espaldas de Lali. Y eso había conmocionado a aquellos que los conocían, pero no tanto como si hubieran sabido toda la verdad.Ella nunca podría sentir compasión por Euguenia. Eso sería pedirle demasiado. Pero le importaba Peter lo suficiente como para protegerle del sórdido escándalo que le seguiría para el resto de sus días.
—Estoy muy enfadado contigo —dijo él con los ojos fríos como el hielo—. De hecho, estoy tan
enfadado que podría echarte con alegría de esta casa.
A Lali se le empañaron los ojos de lágrimas. Le tembló la boca mientras luchaba por calmar las
salvajes emociones que la atenazaban. Rabia, resentimiento, frustración y un amargo dolor.
—Sólo dilo y me iré ahora mismo.
prisión emocional.
El enarcó una ceja.
—No puedes manipularme de esa manera.
Lali agachó la cabeza ante la advertencia, mordiéndose con fuerza el labio inferior. A veces le
leía la mente con tanta facilidad que la asustaba pensar que más podría saber de ella.
—Y antes de cerrar el asunto del matrimonio más corto de la historia de la prensa, permíteme que
te diga una cosa.
Lali alzó la barbilla.
—Di lo que quieras. Peter la miró desde la puerta.
—Cuando quise defenderme, no me diste la oportunidad y creo que lo que menos mereces ahora
es una explicación.
Sobre todo cuando cualquier explicación sería tan retorcida y falsa que dejaría a Maquiavelo como a un niño a su lado. La puerta se cerró. Nunca le diría la verdad. Siempre sería una mentira. Tendría que mentir porque no le quedaba otra elección. Algunas cosas seguían siendo inaceptables incluso en nuestros días. Y ella lo conocía lo bastante bien como había sucedido y porqué.

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