Wednesday, June 10, 2015

capitulo 41

Peter le enseñó una lujosa habitación de invitados. Lali se quitó la ropa y los zapatos. Se aseó en el baño y notó que le temblaban las manos. Luego sacó la ropa que Demetrios había recogido en su taquilla y se la puso, dejando la otra en el suelo. Nunca volvería al edificio Lanzani International a trabajar. Bajo ningún concepto. Pero tenía que haber muchos otros trabajos nocturnos que pudiera hacer. Aunque quizá no todos estuvieran disponibles para una mujer embarazada.
Lali caminó de vuelta por el pasillo buscando a Peter.
Fue entonces cuando vio una foto grande enmarcada. Estaban Peter, otro hombre mayor muy parecido a él al que creyó su padre, y Candela Vetrano. La morena había estampado su firma en una esquina. Lali respiró hondo y buscó el salón. Y comenzó a hablar antes de que Peter se diera la vuelta y la mirara.
-No pensaba decírtelo, ha sido una estupidez. Voy a hacerme el test del embarazo mañana.
-¿Tienes ya una cita con tu ginecólogo?
-No.
-Yo te conseguiré una...
-No es necesario -replicó Lali tensa.
-Yo creo que sí -la contradijo él con calma-. El examen de un médico siempre es mucho más fiable. -Pero...
-Yo estoy tan involucrado en esto como tú -insistió Peter cabezota.
No, no lo estaba.Lali podía sentir la distancia que lo separaba de él. El decía lo correcto, hacía exactamente todo lo que se suponía que debía de hacer una persona decente, la apoyaba, pero naturalmente no dejaba de rogar en su interior para que fuera una falsa alarma.
-Aquí hace mucho calor. ¿Puedo salir al balcón?
Me vendría bien un poco de aire fresco.
-Hace frío esta noche.
-¡Pues entonces cierra en cuanto haya salido!
Peter pulsó un botón del mando a distancia. Las puertas de cristal del balcón se deslizaron. Lali salió, pero ni siquiera se fijó en las vistas sobre el Támesis. Se agarró a la barandilla con fuerza. Sólo veía los ojos verdes de Peter, aquellos bellos ojos esmeralda como la media noche que la perseguían en sueños. Lo escuchó detrás de ella.
-¡Entrá, por el amor de Dios! ¡Estás helado! -exclamó ella sin volver la cabeza.
-No, no lo...
-Escucha, me asfixié en la casa de Grecia cuando tú apagaste el aire acondicionado en mitad de la noche. No encajamos ni siquiera en esos detalles -explicó Lali tragando fuerte.
-Lali...
Peter dejó escapar el aire contenido y la abrazó por la espalda obligándola a apoyarse contra su cuerpo masculino. Cada fibra de Lali ardía en deseos de sentir aquel contacto, pero apretó los dientes y se puso rígida, negándose a rendirse a su debilidad. Lo amaba, lo cierto era que lo amaba. Era estúpido esperar que todos aquellos sentimientos y emociones desaparecieran por arte de magia. Y Peter no estaba enamorado de ella. Peter, como mucho, había deseado una aventura, y en aquel momento ni siquiera eso. Todo lo había echado a perder al no marcharse a casa a media noche como Cenicienta.
-Estás helada -dijo Peter dejando que sus dedos recorrieran los brazos de Lali a todo lo largo-. Ven dentro.
-Sólo quiero irme a casa.
-Esta noche no, no deberías de estar sola.
-No seas tonto, siempre he estado sola -vaciló ella-.
Esta vez sí que te he sorprendido, ¿verdad?
-¿Qué quieres decir?

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