Thursday, June 4, 2015

capitulo 46

—Vico no se merecía un sacrificio tan grande, Lali. Como mínimo, Freddy esperaba que su herencia te proporcionara seguridad. Y en el mejor de los casos, que consiguiera reunirnos.
—¡Déjame a mí decidir lo que se merece mi hermano o no!
—Vico necesita madurar. Si le hubieras pagado las deudas, se habría vuelto a meter en los mismo problemas dentro de dos años como mucho. Y entonces, ¿qué habrías hecho?
—Simplemente estás intentando justificar que has abusado de mi Ignorancia.
—Lali... esa vasija te la hemos enviado asegurada por correo y empaquetada por expertos. Nueve de cada diez personas habrían imaginado que se trataba de una pieza de gran valor.
—¡Yo tenía muchas cosas en la cabeza en aquel momento! ¿Y cómo me iba a imaginar que fuera tan valiosa después de ver cómo vivía Freddy? ¡Si hasta su casa pertenecía a su familia!
—Freddy tenía un fondo de inversiones bastante saneado, pero sus gustos eran sencillos. Sólo le quitó aquella vasija a mi padre porque estaba harto de que ser tratado como un estúpido vagabundo por parte de un hombre arrogante que todo el tiempo presumía de sus posesiones. La vasija es tuya, Lali. Si quieres, te la comprare.
—¡Preferiría romperla! —juró ella.
Con un frío desafío, Peter arrojó una llave sobre una de las cajas de exposición.
—Adelante, pero en diez minutos te espero abajo. Salimos para el aeropuerto.
—¿El aeropuerto? —repitió Lali aturdida.
—Salimos para el Caribe de luna de miel.
Lali se puso rígida y le dirigió una mirada de desdeñosa incredulidad.
—¿Después de esto? ¡Tienes que estar de broma!
Sus implacables ojos verdes se clavaron en su cara.
—No, querida, no estoy bromeando. Y si sigues aquí de pie dentro de diez minutos, tendré que echarte sobre mis rodillas y darte una azotaina.
Con la cara ardiente de rabia y los dientes apretados, Lali llegó al recibidor exactamente nueve minutos y medio más tarde. En medio de un silencio explosivo, subió al coche todavía con el llamativo vestido escarlata.
Mientras Peter aterrizaba el helicóptero en el pequeño helipuerto, la pequeña isla de Carvalho Cay parecía una joya verde contra el mar azul. De mal humor como para dejarse impresionar, Lali salió al aire caliente de la tarde sintiéndose enfadada y entumecida.
Había dormido o aparentado dormir la mayor parte del viaje en el jet privado de Peter y se había dado una ducha y había comido, pero no se había cambiado de ropa. Estaba tan harta del vestido escarlata que no le hubiera importado quemarlo en un ceremonial. Asegurándole con suavidad que le gustaba tal y como estaba, Peter se había negado a que le sacaran el equipaje de la bodega del avión.
La gran villa había sido diseñada para emerger del entorno entre los árboles que la rodeaban e integrarse en la belleza natural de la jungla verde. Era para quitar el aliento. Durante interminables horas, Lali sólo había hablado con Peter cuando se había visto obligada a hacerlo, pero al final le pudo la curiosidad.
—Nunca me habías hablado de este sitio antes. -
—Hace cuatro años había planeado sorprenderte. Íbamos a haber volado aquí a la mañana siguiente de la boda —Peter se apartó para dejarla entrar en el espacioso recibidor de cerámica con vasijas de barro y flores blancas recién cortadas—. Mi padre compró Carvalho Cay y construyó esta casa, pero mi madre, nunca supo de su existencia. Este era su refugio.
—¿Quieres decir que traía a otras mujeres aquí?
—Tienes una forma especial de utilizar las palabras, querida. Haces que todo suene bastante desagradable.
—Era un hombre casado —dijo Lali con incomodidad.
—Después de que yo naciera, optaron por habitaciones separadas. Ella consideraba que había cumplido con su obligación —el tono de Peter era seco—. El la amaba, pero ella sólo se casó con él para poder restaurar y mantener Templebrooke Era una mujer fría y él muy ardiente. No le culpo por buscar consuelo en otra parte. Al menos intentó ser discreto.
¿Era aquello una prueba de la moralidad de Sholto? ¿Una aventura estaba bien mientras fuera discreta? ¿Sería por eso por lo que Euguenia se había establecido en Nueva York? Reprimiendo irritada aquellos pensamientos, Lali miró a Peter. Sus ojos verdes se Posaron sobre ella con irritante intensidad y una sonrisa empezó a curvar sus labios.
Con la respiración jadeante, Lali inspiró con intensidad.
—Quiero cambiarme ¿Tienes hambre?
—No, nada.
En lo que ella tomó como aceptación por su parte, Peter la condujo arriba y empujó una puerta labrada que daba a una habitación que era la última palabra en lujo. Lali cruzó la habitación para
echar un vistazo más de cerca al panorama de fuera. Se quedó encantada por la cascada y la espaciosa piscina natural que se extendía debajo. No le extrañaba que el padre de Peter hubiera escogido aquel sitio en particular para construir su casa. Mientras permanecía allí, se desabrochó la cremallera del vestido y se lo quitó con un suspiro de alivio.

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