Después de colgar, abrió nuevamente la puerta y salió al pasillo. Cerró el apartamento.
—Entonces, ¿estás lista? —Peter se frotó las manos, sonriendo.
Lali asintió y caminó delante de él. Peter la alcanzó.
—¿Hay alguna razón por la que no quieres que entre en tu piso? —preguntó él, como sin darle importancia.
Su pregunta la hizo detenerse. Ella había tenido la esperanza de que Peter no notase todos sus movimientos a hurtadillas, pero él era muy observador, al parecer.
—No, en absoluto —dijo ella, mirándolo por encima del hombro mientras iban hacia la escalera, tratando de adivinar el significado de la expresión de su cara.
Pero lo único que vio fue cierta curiosidad amistosa, y los fuertes rasgos masculinos que le provocaban aquella sensación de mariposas en el estómago.
—Sólo que… Mi casa está bastante desordenada y no he querido que la veas de ese modo.
Sí, aquello sonaba bien, pensó Lali. Una excusa verosímil.
—Quizás puedas venir otro día, cuando tenga tiempo de ordenar.
Con suerte ese día no llegaría, pensó. Porque si él descubría el tipo de mujer que era, dudaba que quisiera estar cerca de ella más tiempo.
—De acuerdo —dijo él.
Bajaron las escaleras y no hablaron casi hasta llegar abajo.
—¿Adónde vas, de todos modos?
Era una buena pregunta. No había pensado en ella cuando le había dicho que iba a salir. Luego su estómago hizo ruido, recordándole que no había comido desde aquella mañana.
—He pensado en ir a comer fuera —contestó.
—Estupendo —Peter le abrió la puerta de cristal de la entrada del edificio, para que ella pasara primero—. Dime dónde, y vamos. Tengo el coche aparcado cerca de aquí.
Le señaló una hilera de vehículos que se hallaban junto a la acera, y ella lo siguió. Y lo siguió. Y lo siguió.
Unos bloques más allá, Peter se detuvo frente a un Lexus plateado, y lo abrió con el mando a distancia.
Ella se detuvo antes de entrar en él. Y miró en dirección a su apartamento.
—Lo sé —dijo él, leyéndole el pensamiento, con un poco de incomodidad—. No estaba tan cerca. Pero es una hora muy mala, y tuve suerte de encontrar este sitio.
Lali estaba dentro del coche, abrochándose el cinturón de seguridad cuando se le ocurrió una pregunta.
En cuanto él se sentó a su lado, preguntó.
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