Thursday, November 5, 2015

capitulo 27

—Peter, sé que esto puede sonar extraño, pero… ¿cómo me has encontrado? Quiero decir, aquella noche que estuvimos juntos… —su voz se cortó, y entonces carraspeó para aclarársela—. Sé que no te dije dónde vivía.
Peter se puso levemente rojo.
—Sí, bueno. Pensarás que estoy loco, pero me pareció verte salir de la biblioteca, así que te seguí.
—Me seguiste —repitió ella, pestañeando como una lechuza, sorprendida.
—Te he dicho que pensarías que estoy loco, pero no soy un loco que asalta a las mujeres, te lo juro —sonrió Peter.
Luego volvió a concentrarse en la carretera.
—La verdad es que al principio no estaba seguro de que fueras tú. Te has cambiado el cabello.
Automáticamente Lali se tocó los rizos que le llegaban a los hombros. ¿Era ése el único cambio que notaba?, se preguntó.
Ahora que sabía que la había visto salir de la biblioteca a la hora del almuerzo, se daba cuenta de que la había visto con el vestido estampado con flores y los zapatos bajos que usaba para ir a trabajar. Sus prisas por cambiarse rápidamente y ponerse algo más atractivo no habrían sido necesarias.
Excepto que no quería que supiera el tipo de persona que era todavía. Sencilla, aburrida, inhibida, todo lo que había intentado ocultar aquella noche que habían pasado juntos.
Su mente intentó pensar en una excusa para justificar el haberse vestido de aquel modo. Pero luego se dio cuenta de que él no le había preguntado nada al respecto.
Se sintió aliviada. Y luego se dijo que si él le preguntaba algo simplemente mentiría. Le diría que había ido a visitar a sus padres a Virginia, y que ellos no aprobaban la ropa atrevida que llevaba normalmente. Y como la biblioteca estaba tan cerca de su casa, era normal que hubiera tenido que devolver o pedir algún libro.
—Me gusta —dijo él, distrayéndola de la historia que se estaba inventando.
—¿Cómo dices?
—Tu pelo. Me gustaba cuando lo tenías rubio, pero así también está bien. Parece suave al tacto… —él extendió la mano para tocarlo, y agarró un rizo entre el pulgar y el índice.
Lali no estaba segura de lo que estaba sucediendo, porque en realidad él apenas la estaba tocando, pero hubo una especie de descarga eléctrica que la hizo estremecerse desde el cuero cabelludo hasta la planta de los pies. Por no mencionar los lugares más recónditos de su anatomía, lugares que ella no había sabido que existían hasta que había conocido a aquel hombre.

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