Saturday, November 14, 2015

capitulo 35

Supo que había utilizado los cubiertos equivocados para tomarse la ensalada porque, cuando los agarró, el camarero se inclinó sobre ella para retirárselos. Sin embargo, decidió pretender que no se había dado cuenta. Al menos, pudo comer algo.
Cuando llegó al postre, se sintió mucho más tranquila. No había duda
alguna de que

querría decir chocolate. A los pocos minutos, el
camarero le llevó lo que había pedido. Era algo parecido a una tela de araña, que cubría una especie de concha que contenía algo que no era capaz de tomar, y un montón de hojas y bayas que adornaban el plato. Estas últimas sabían a veneno puro y le quitaron las ganas de probar el resto.
—Deberías comer más —le dijo Peter, sin tocar las hojas y las bayas que había en su plato y tomando directamente una porción de merengue con un tenedor.
¿Un tenedor?
Lali apartó el plato y decidió que el hambre era mejor que la vergüenza pública. Decidió que, en cuanto todos se hubieran ido a la cama, iría a asaltar el frigorífico que había visto en la cocina.
En la puerta del restaurante, Peter le rodeó los hombros con el delicioso abrigo. Aquella atención tan personal la hizo sentirse muy importante, pero recordó que, solo dos noches antes, había estado vagando por las calles, hambrienta y asustada. Aquel pensamiento le ayudó a volver a poner los pies en el suelo. Aquel era el mundo de Peter, no el suyo.
Recordó que el beso que él le había dedicado antes solo había sido un coqueteo. Él era un hombre muy atractivo y solo había estado flirteando con ella. Al entrar en la limusina, pensó en su hijo. Tomas, que no era lo suficientemente sofisticado como para pertenecer a aquella clase y al que se le había llamado Tomas, era su verdadero mundo, junto con los pequeños estudios, los caseros, los trabajos interminables y aburridos...
A pesar de todo, contempló a Peter una vez más, tratando de almacenar imágenes para el futuro. No sólo era su atractivo, su innata elegancia; tenía un aura de seguridad en sí mismo que transmitía a ella también. Nada podía ir mal mientras estuviera a su lado. ¿Era posible enamorarse tan rápidamente? Tanto si lo era como si no, tendría que olvidarse de sus sueños de adolescente, de los lujos... Sin embargo, por mucho que se esforzaba, no conseguía dejar de mirarlo.
—No tienes por qué conformarte solo con mirar,
cara
—murmuró él de
repente—. Puedes tocar también.
Atónita. Lali se quedó inmóvil. El rubor volvió a cubrirle el rostro. Con aquellas palabras, se sentía como si Peter la hubiera desnudado delante de una
divertida audiencia. 

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