Saturday, November 14, 2015

capitulo 34

—¿Está abierta esta tienda siempre hasta estas horas?
—No. Hoy ha estado abierta solo por nosotros. Ahora, iremos a cenar.
Ezio se incorporó al verlos llegar. Estaba apoyado sobre el capó de la limusina. Al mirar a Lali, su rostro se tensó y se dio la vuelta.
—¿Por qué me ha mirado Ezio de ese modo? —susurró ella, muy afectada. —Ezio no debería mirarte de modo alguno —replicó Peter, con dureza.
La llevó a un restaurante que parecía ser de los más exclusivos de la ciudad. El maítre se acercó rápidamente para saludar a Peter, por lo que Lali dedujo que era un cliente habitual. Mientras avanzaban entre las mesas, la suave conversación desapareció secamente, dejando una sensación incómoda.
Todas las cabezas parecían estar pendientes de ellos.
—¿Por qué me da la sensación de que todos nos están mirando?
—Te estás mirando a ti —respondió Peter.
—¿A mí? —replicó Lali, atónita.
—Están especulando con tu identidad. Estás muy hermosa con ese vestido...
Al oír aquellas palabras de apreciación, Lali sintió que el corazón le latía aún con más fuerza y sonrió. No creía que nadie tuviera el más mínimo interés por ella, pero aceptó el cumplido.
Cuando se hubieron sentado, se puso a estudiar el menú que el maítre le había entregado. A pesar de que todo parecía estar en inglés, no entendía ninguno de los términos que allí se mostraban.
Cuando llegó el camarero, Lali se sentía al borde del pánico. Todavía estaba buscando frenéticamente un plato que pudiera reconocer.
—Yo te recomendaría el sorbete —murmuró Peter.
—Oh, sí... creo que me gustaría —dijo Lali, aliviada.
Peter estaba charlando animadamente con ella cuando le colocaron enfrente algo que parecía un pudín en una copa muy alta. Trató de no parecer sorprendida y no le prestó atención. Sin embargo, no conseguía saber cuál de los cubiertos debía utilizar. Mientras tanto, Peter se estaba tomando tranquilamente una sopa.
—En realidad, no tengo mucha hambre —dijo, cuando el sorbete empezó a perder su consistencia, a pesar de que se sentía verdaderamente hambrienta.
Cuando llegó la hora de elegir el siguiente plato, decidió mostrarse más segura de sí misma.
—Tomaré una ensalada —afirmó, aunque enseguida lamentó haberlo hecho. Aquello parecía ser un plato especial y se produjo un gran revuelo para decidir el tipo de ensalada que quería tomar. Lali se moría por decir que
simplemente le bastaba con un poco de lechuga.

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