Friday, November 6, 2015

capitulo 37

Sentado en un banco, Peter observó a Gaston, su mejor amigo, levantar un peso de cincuenta kilos.
—No puedo creer que me lo estés haciendo pasar tan mal. ¿Qué problema hay en meter a Mary en el coche y llevarla al club?
—¡Eh, oye! ¡Hablas de mi esposa como si se tratase de una cabeza de ganado! No es tan grande, y además, a mí me parece que está muy bien…
—No lo he dicho en ese sentido. Por supuesto que está muy bien. Parece que se hubiera tragado una pelota de baloncesto, pero eso es mejor que haberse tragado varias.
Con un gruñido, Gaston levantó las pesas una vez más, y luego Peter lo ayudó a ponerlas en su sitio.
—No te entiendo —dijo Gaston luego—. Te burlas del embarazo de Mary, y de vernos juntos tan felices, pero luego vienes a pedirme un favor para impresionar a una mujer. Una mujer que, si no me equivoco, te ha hecho pensar en el matrimonio y la familia.
—He estado casado —respondió Peter—. Y no funcionó.
—Eso fue porque Belen era una lagarta y quería tu dinero. Ahora eres mayor y tienes más experiencia —su amigo lo miró con ironía—. O así debería ser. Aunque no se nota teniendo en cuenta a los pimpollos de cabeza hueca que te llevas a tu casa.
Peter apretó los puños. Si Gaston no hubiera sido su mejor amigo, le habría dado un puñetazo.
—¿Qué quieres decir?
—Que es la primera vez que nos invitas a cenar a Mary y a mí para que conozcamos a una de tus chicas. De hecho, salvo cuando te haces el playboy y alardeas de tu última conquista de una noche, casi nunca sueles hablar de las mujeres que te interesan.
Gaston achicó los ojos y siguió:
—Y ahora, de repente, quieres preparar esta cena en el Hot Spot, y que Mary y yo estemos contigo. ¿Por qué? ¿Tanto te gusta esta chica? ¿O quieres quitártela de encima y necesitas a mi esposa para que la exprima? —Gaston sonrió.
Y Peter no pudo evitar sonreír en respuesta.
—No quiero quitarme a ésta de encima. Y quisiera que mantuvieras controlada a Mary, si puedes.
—¡Eh! Mary tiene ideas propias. Yo sólo la acompaño —dijo encogiéndose de hombros—. Entonces, supongo que ésta te gusta, ¿eh?
Peter sintió una punzada de temor en el estómago. No, todavía no estaba preparado para admitirlo. Pero había algo en Lali…

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