Aquel era su primer y verdadero beso e hizo que Lali perdiera el control. Estaba tan pegada a él que era consciente de su virilidad con cada fibra de su ser. La boca de Peter era dura, caliente y carnal. Nadie la había besado nunca de aquella manera. Tras hacer que separara ligeramente los labios, inundó la tierna humedad del interior de sus labios con la lengua, entablando una batalla muy sensual. Le hizo querer más, le hizo querer tanto más que Lali se echó a temblar y gimió bajo la desatada pasión de la que él la había hecho blanco.
La fuerza de sus manos la moldeaba contra él. Entonces, la tomó súbitamente en brazos. Los temerosos ojos de Lali se abrieron justo en el momento en que él cerraba una puerta tras ellos. Unas impresionantes lámparas lucían a ambos lados de una enorme cama. El cabecero, tallado en madera, se completaba con un fabuloso dosel formado de elaborados pliegues de tela que caían hasta el suelo.
—Me has tenido muy caliente todo el día —musitó Peter.
—¿De verdad? —preguntó ella, tímidamente. Se maravillaba de que pudiera haber incitado el deseo de un hombre como Mareo. A pesar de todo, lo único que la preocupaba era ser una decepción para él. Ni por un momento se le pasó por la cabeza negarse a lo que Peter quería de ella.
—Estoy duro como una roca, ¿no te has dado cuenta todavía?
Aquella afirmación tan franca le llenó las mejillas de rubor. Marco se sentó en el borde de la cama, con ella todavía en brazos.
—¿Cómo puede ser que una madre soltera se sonroje con tanta frecuencia?
—No lo sé.
Sin embargo, aquella pregunta le dolió profundamente, dado que sugería que había mantenido relaciones sexuales frecuentemente antes de quedarse embarazada, lo que estaba muy lejos de la verdad. A pesar de todo, aquellos ojos tan hermosos hacían que se perdiera sin posibilidad alguna de encontrarse. Aquella era la única vez que se sentiría tan cerca de un hombre como él. Sabía que aquel no era el inicio de una relación. Los hombres como Peter no tenían relaciones con chicas corrientes como ella. De hecho, no se imaginaba qué milagro habría ocurrido para que hubiera podido parecer atractiva ante sus ojos.
Peter la dejó en el suelo para que pudiera ponerse de pie. La colocó entre sus muslos y levantó ligeramente la mano para tocar las hombreras que sostenían el camisón.
—Quiero mirarte —le dijo.
Y antes de que pudiera imaginarse lo que había querido decir con aquello, sintió que Peter le bajaba las hombreras para que el camisón cayera al suelo.
—Por favor...
Maaass
ReplyDeleteMuero por mas
ReplyDelete