Monday, November 16, 2015

capitulo 45

TRAS DESPERTAR de un reparador descanso, Lali se incorporó en la cama. Con cada movimiento, sentía una serie de molestias en ciertas partes íntimas de su cuerpo que le recordaban su abandonado comportamiento de la noche anterior. Antes de que pudiera evitarlo, los ojos se le llenaron de lágrimas con la sombra del arrepentimiento.
La noche anterior, tras regresar del dormitorio de Peter, había cerrado la puerta con llave. Él la había seguido y, en voz muy baja, le había pedido que abriera la puerta, aunque Lali había sabido distinguir la impaciencia que había en su voz. Cuando minutos más tarde, el teléfono que tenía en la mesilla de noche había empezado a sonar, lo había desconectado rápidamente del enchufe de la pared.
Se sentía tan avergonzada de lo estúpida que había sido. Era culpa suya que aquella situación se hubiera producido. Creía que había sido la evidente atracción que sentía por Peter la que había provocado el interés de él y estaba convencida de que, sin su provocativo comportamiento, a Peter ni siquiera se le hubiera ocurrido tocarla. Habían sido sus sentimientos, sus debilidades, las que habían hecho que él se sintiera atraído por ella.
Al menos Peter había pensado en tomar precauciones. A ella ni siquiera se le había pasado por la cabeza, así que no podía culparlo de la desgracia que había ocurrido a continuación. La mala suerte parecía acompañarla. ¿Es que no había aprendido nada del nacimiento de Tomas? Seguía siendo igual de irresponsable, de ingenua y de idiota.
Un sollozo se abrió pasó a través de su garganta. Se limpió los ojos, pero las lágrimas no dejaban de brotar. ¿Cómo podría volver a enfrentarse a Peter? Había sido tan amable con ella, le había regalado un día mágico. Incluso la noche anterior se habría imaginado a otros muchos hombres maldiciendo aquel desgraciado incidente, pero él había mantenido una actitud cortés. De hecho, se había mostrado como un hombre digno de ser amado.
Sin embargo, ella se había comportado como una ramera. Se merecía todo lo que le ocurriera, pero ningún hijo se merecía una madre tan poco adecuada. Aquellos pensamientos le hicieron recordar a su hijo y miró el reloj que tenía sobre la mesilla de noche. Entonces, abrió los ojos horrorizada. Eran más de las diez y Tomas siempre se despertaba sobre las siete.
Lali se levantó de un salto de la cama y quitó el pestillo de la puerta. Entonces, se detuvo. Decidió ponerse el abrigo que había llevado al restaurante antes de ir a ver a su hijo. En una casa en la que había más hombres que
mujeres debía tener cuidado de cómo iba vestida en lugares públicos. Tal vez si la noche anterior hubiera sido más sensata, no habría ocurrido nada entre Peter y ella.

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