Sunday, November 1, 2015

capitulo 46

Ante su escrutadora e incrédula mirada, el sacó las llaves de su coche.
-¿Sabes qué es lo que tienes de malo? Que te has convertido en una mujer mimada. Te guste o no, tengo compromisos que están más allá de ti, de modo que no podré estar aquí cada vez que lo desees.
Lali guardó silencio. Aunque Peter no había deseado una esposa rica, eso era precisamente lo que estaba recibiendo. «Muy bien», pensó; tarde o temprano debería decirle que Grant era su padre y también hablarle de la finca. Debía encontrar un método sutil de hacerlo, ya que aturdirlo con una serie continua de sorpresas era una idea muy infantil. Quizá se enfadaría, pero no por mucho tiempo.
Tina se estaba esforzando en levantar una pesada caja.
-Tenía que haberle pedido a papá que me ayudara, pero entró dando un portazo. Debe de estar cansado -comentó en voz alta.
Jessie observó el ruborizado rostro de Lali y repuso secamente:
-Hoy por la mañana no lo estaba.
Lali terminó de deshacer el equipaje, con Tina observándola. Cuando bajó al vestíbulo, Jessie la miró con aire cansado.
-¿Estás lista para probarte este vestido? Voy a mandarlo a planchar.
La anciana se tomó el tiempo necesario en cuanto a la prueba final, sin hacer caso de las protestas de Lali. Cuando terminó, sacudió la cabeza con aire reprobador.
-De verdad no sé por qué vosotros dos os habéis metido en esto. No te está haciendo feliz, ¿no es cierto? -afirmó en un tono que más bien parecía de castigo.
Merrill llegó a la hora del té para encargarse de Tina, y Jessie aprovechó para irse a su casa. Lali hojeó una revista y en vano trató de ver la televisión; luego se dedicó a recorrer la casa. Le llamó la atención una serie de fotos de la familia en la sala principal de Mercedes. Las observó con sumo cuidado, pero no encontró ninguna de Tina ni de su madre.
En la habitación de Peter tomó una camisa de él. Aspiró su aroma varonil, con lágrimas en los ojos. Lo amaba, lo amaba tanto que no estaba dispuesta a decir o hacer algo que pudiera evitar que se casaran al día siguiente.
En la habitación de Tina halló lo que tanto temía encontrar. Una fotografía enmarcada sobre el tocador.
Debía de ser Paula: una bella jovencita de ojos miel y cabello rubio.
-¡Lali! -la llamó Peter.
Rápidamente la joven dejó la foto en su sitio y se dirigió a la planta baja. Él ya estaba subiendo las escaleras.
-No vi ninguna luz en la parte delantera de la casa.
La manera en que lo dijo le pareció a Lali un tanto ofensiva. En seguida percibió el problema cuando se encontró con su mirada cargada de reproches. Peter aspiró profundamente y frunció el ceño.
-¿Me esperabas arriba?
-No son ni las diez. Jessie te ha dejado algo de cenar.
-Ya he cenado. ¿Quieres una copa? Aplacará tus nervios.
-Mis nervios están perfectamente -respondió ella con tono irascible. Deseó no haber pronunciado esas palabras. Sin embargo, en ese momento todavía tenía un la cabeza el rostro de Paula.
El rubor coloreó sus mejillas. Sintiendo que él no dejaba de mirarla, recorrió el recibidor encendiendo  las lámparas, aun cuando una sola habría bastado.

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