Monday, November 9, 2015

capitulo 63

Peter le agarró la cabeza; tenía la otra mano en la cadera de Lali, y la estaba acariciando con el pulgar. Luego deslizó suavemente los labios, suaves y tibios, por su oreja, siguió con los párpados, y el tabique de la nariz.
—Podría pasarme el día entero besándote —dijo él, rozándole los labios con su boca—. O lamiéndote, saboreándote, mordiéndote como si fueras un delicioso pastel.
—Mmmm… —dijo ella, incapaz de articular algo más.
Se estaba derritiendo.
La áspera mano que había estado acariciando su cadera, se deslizó por su abdomen, jugó un momento con su ombligo, y luego subió y le hizo cosquillas con un dedo en la parte lateral del pecho.
Él sabía dónde tocar. Cómo hacerla morir de placer.
¿Podría hacer ella lo mismo con él? ¿Hacerlo retorcerse de placer?
Lali lo miró a los ojos. Estaban encendidos de pasión.
Un repentino impulso la hizo girar con él y cambiar de posición.
Ahora estaba él debajo, y ella a horcajadas.
—¿Qué estás haciendo?
Algo que ella siempre había querido probar.
—Ya lo verás —dijo.
Lo acarició con las uñas hasta el estómago, y le encantó verlo suspirar de placer. Peter la siguió con la mirada, y por el modo en que su miembro cobró vida, ella supo que él sospechaba lo que iba a hacer.
Ella nunca había hecho aquello, pero había leído algunas revistas, y esperaba que a Peter le gustase.
Sus dedos jugaron con el oscuro vello del pubis que rodeaba su sexo, y acarició sus testículos. Luego su mano acarició la base de su sexo erecto, lo sujetó quieto, y le lamió la punta. Notó el estremecimiento de Peter y eso la animó. Su pelo caía encima de los vigorosos muslos de Peter.  Lali reunió coraje y tomó el resto de su dureza entre sus labios.
Notó la diferencia de texturas: dura, suave, terciopelo envolviendo acero. Él llenó su boca y ella se estremeció de excitación sintiéndose más poderosa y más mujer que nunca, ahora que sabía que podía darle aquel placer.
El cuerpo de Peter se encogió y se dilató de placer debajo de su boca.
—Lali.
Peter entrelazó sus dedos a los cabellos de ella, tratando de sujetarla en el sitio y de alejarla a la vez. Ella no le hizo caso, y siguió lamiéndolo, succionando su apéndice.
—Lali, cariño…
Aquella vez ella se había movido con más intensidad. Luego lo miró.
—Si no paras, voy a terminar… Y no quiero hacer eso sin ti.

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