Sunday, December 6, 2015

capitulo 17 y 18

¿Debería quedarse o irse? ¿Debería decirle al príncipe lo que podía hacer con sus tejemanejes y abandonar así la posibilidad de ganar doscientos cincuenta mil dólares, que tan bien le irían a cualquiera de las organizaciones benéficas para las que recaudaba fondos? ¿O debería tragarse su orgullo y hacer lo que el contrato le decía que hiciera durante un mes?
A las ocho menos cinco, Lali deshizo el camino por el laberinto de pasillos de la segunda planta del palacio, hasta dar con la escalera principal. La doncella que se había pasado poco antes por su habitación para ver si todo era de su agrado, le había dado indicaciones de cómo llegar al comedor y Lali había pensado que podría encontrarlo sola.
Pero no tendría por qué haberse preocupado. En cuanto llegó a las escaleras, encontró a Peter esperándola al pie.
Iba vestido con un traje oscuro, lo cual reafirmó la elección de su propio atuendo. No sabía muy bien cómo debería vestirse para su primera cena con la familia real, de modo que había optado por un sencillo vestido de seda azul.
—Buenas noches —la saludó Peter, observándola fijamente mientras ésta bajaba las escaleras.
Lali era totalmente consciente de su mirada de los pies a la cabeza y se puso nerviosa. Era un hombre peligroso, sin duda. Si decidía quedarse, debería tener cuidado de no caer en la trampa de aquellos ojos verdes y aquel precioso rostro, y terminar haciendo algo que normalmente no haría.
—Buenas noches —respondió ella, deteniéndose al pie de las escaleras.
—¿Me permites? —le preguntó él, ofreciéndole el brazo.
Lali vaciló un segundo antes de aceptar, y deslizó suavemente la mano por el hueco del brazo doblado de él.
—Estás preciosa —le dijo según atravesaban el suelo de mármol.
Habían encendido la araña de cristal, que reflejaba la luz por todo el vestíbulo y más allá.
—Gracias.
Peter le ahorró la incomodidad de tener que hablar, hasta que llegaron al comedor. Entonces abrió una de las altas puertas dobles y la invitó a entrar.
La sala era tan opulenta como el resto del palacio. Estaba presidida por una larga y estrecha mesa rodeada de pesadas sillas de respaldo alto y el asiento decorado con lo que parecía el escudo de armas de la familia bordado. La iluminación de la sala provenía de otra araña de luz colgada encima de la mesa y numerosos apliques de pared con una luz más tenue.
El rey y la reina estaban sentados ya a la mesa, preparada con servicios para seis comensales. Peter la guió hacia la mesa, y se detuvo delante del que Alandra supuso sería su asiento.
—Madre, padre, me gustaría presentaros a Lali Esposito. Viene de Estados Unidos y será nuestra invitada durante el próximo mes, para ayudarnos a gestionar de manera más adecuada las organizaciones benéficas de Glendovia. Y con suerte a
aumentar el margen de beneficios. Lali, éste es mi padre, el rey Mariano, y mi madre, la reina Emilia.

4 comments: