Monday, December 7, 2015

capitulo 21 y 22

—¿Y qué ideas tienes para Glendovia? —preguntó Maria—. ¿Por dónde querrías empezar?
Antes de que Lali pudiera contestar, Peter interrumpió.
—Eso es algo que pretendo discutir en profundidad con ella, pero acaba de llegar y no he tenido oportunidad de ponerla al corriente de detalles que necesitará saber —empujó la silla hacia atrás y se levantó—. De hecho, si nos disculpáis, me gustaría tratar el tema ahora mismo.
Rodeó la mesa y se colocó junto a Lali, dándole pocas opciones aparte de levantarse y acompañarlo. Dio las buenas noches y lo siguió fuera de la sala.
—Peter —lo llamó la reina justo cuando llegó a la puerta—. Me gustaría hablar de algo contigo.
—Claro, madre —replicó él con tono respetuoso—. En cuanto acompañe a Lali a su habitación me reuniré contigo en la biblioteca.
Su madre asintió casi imperceptiblemente y Peter y Lali abandonaron la estancia.
Peter la guió hasta la escalera principal, colocándole suavemente la mano en la parte baja de la espalda, y comenzaron a subir los escalones lentamente. A Lali no le pasaron desapercibidos sus continuos intentos de familiaridad. Y mientras las yemas de sus dedos le caldeaban la piel a través del tejido del vestido, enviando pequeñas corrientes de deseo a todo su sistema nervioso, no pudo por menos de preguntarse si no sería aquélla la primera fase de su plan para seducirla.
Aunque lo fuera, no funcionaría.
Era más fuerte. Puede que Peter fuera encantador y guapo, y que hubiera cierto atractivo en el hecho de que fuera príncipe, pero eso no quitaba que la había atraído hasta su país con mentiras, y no tenía la intención de caer en la trampa.
—Y dime —comentó él, con voz susurrante y persuasiva—, ¿has tenido tiempo de echar un vistazo a los expedientes que dejé en tu habitación?
Era cierto. Había encontrado, sobre el escritorio, una pila de carpetas de distintos colores con los resúmenes de varios organismos benéficos que funcionaban en la isla, organismos con los que supuso que tendría que trabajar si decidía quedarse.
—Les eché un vistazo —contestó ella.
—Y…
—Algunos de esos organismos son muy interesantes.
—No funcionan tan bien como deberían —dijo él.
—Ya me he dado cuenta.
—¿Crees que podrías hacer algo?
Ahí estaba el problema, que sí podía. Aunque sólo había leído por encima los expedientes, durante unos minutos antes de vestirse para la cena, le había bastado
para apuntar varias ideas que mejorarían el rendimiento de esos organismos. Por no mencionar, que también sabía cómo concienciar a la gente y conseguir grandes aportaciones.
Estaba emocionada y ansiosa por poner en marcha sus ideas. Pero para ello, tendría que permanecer en Glendovia y cumplir los términos del contrato.
—Excelente —dijo él, esperando a que continuara—. ¿Significa eso que has decidido quedarte?
—Me quedaré —respondió ella—. Un mes, tal como exige el contrato, pero transcurrido ese tiempo me concederás la prima prometida.
—Por supuesto.
Tal vez estuviera dispuesto a abundar en el tema, pero ella lo interrumpió.
—Y los que quiera que no fueran tus motivos para traerme, lo que esperaras que ocurriera, no me acostaré contigo. Ya puedes ir tachando ese artículo, de tu lista de deseos para Navidad.
Y con esas palabras, Lali giró el pomo de la puerta y se metió en su habitación.

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