Tuesday, December 1, 2015

capitulo 21

Afortunadamente, habían recuperado su maleta de Santa Angelita y después de desayunar, Lali saco del armario un traje azul cielo. Aunque la falda era muy corta, un traje era infinitamente mejor que andar por la casa en camisón. Era lógico que Peter hubiera pensado que queria seducirlo. No podía culparlo por pensar que ella era la clase de mujer que utiliza el sexo como arma. Pero aquel día, vestida apropiadamente, Peter tendría que tratarla con más ceremonia.
Euguenia estaba cruzando el vestíbulo en ese momento, guapísima con una falda de color escarlata y una blusa de lentejuelas, cuando Lali bajo la escalera, tambaleándose sobre sus altos tacones.
-Buenos días. ¿Puedes decirme dónde esta tu hermano?
Euguenia la miró con el ceño fruncido.
-En su despacho, allí... -dijo la joven señalando una puerta-. Pero no creo que sea buena idea molestarlo ahora. -¿Por qué?
La joven ignoró la pregunta.
-¿Tú tienes padre, Lali?
-Murió hace...
-¿Algún hermano? -preguntó Euguenia después. Lali negó con la cabeza-. Entonces, ¿cómo vas a entender nuestra cultura machista? Una mujer de Guatemala tiene que obedecer a su padre, a sus hermanos y después a su marido. Lo que una quiera no tiene ninguna importancia. ¡Y yo tengo que hacer lo que me dicen, como si fuera una nina pequeña! ¿Tienes idea de lo horrible que es eso?
Lali creyó escuchar el eco de las constantes críticas de su madre, que habían marcado su vida. <Lali, ya no eres una adolescente y estas ridícula con ese traje> . <Lali, sólo las prostitutas se visten así>. < Lali, tú no eres suficientemente inteligente como para ir a la universidad». < Lali, ¿cómo puedes dejarme sola para ir a unas estúpidas clases? ¿Cómo puedes ser tan egoísta?> -Sé muy bien a que lo refieres. Mi madre era una mujer muy dominante.
Las dos jóvenes se miraron, comprensivas.
-Mi madre se casó de nuevo cuando murió tu padre y a mí me enviaron a un colegio en Londres -explicó Euguenia con amargura-. ¡Pobre de mí! -añadió entonces, riéndose de sí misma, mientras subía por la escalera.
Mientras Lali se dirigía en la dirección que Euguenia había indicado, recordaba que los dos hermanos habían tenido una discusión el día anterior. O, al menos, Euguenia había discutido, porque el tono de Peter había sido calmado y frío. Imaginaba que la pobre debía enfrentarse con su hermano todos los días y eso no podía ser fácil. Y no había duda de que Peter era la ley en aquella casa.
Lali llamó a la puerta y como no recibió contestación, la empujó. La habitación era grande, más una biblioteca que un despacho.
Peter se levantó de la silla al verla. Incluso con una camisa blanca de algodón y pantalones de color caqui, estaba imponente. Lali se quedó en silencio durante unos segundos, un silencio que el no rompió.
-Tenemos que hablar de la deuda con Nicolas -consiguió decir por fin.
-Yo ya he dicho todo lo que tenía que decir al respecto -replicó Peter-. Cuando fumes ese documento, podrás irte a casa. No hay más opciones.
-Pero tiene que haber otras opciones... ¡es imposible reunir todo ese dinero ahora mismo! -protestó Lali, desesperada. Pero Peter no parecía impresionado-. Supongo que un primer pago y el compromiso de pagos subsiguientes sería aceptable. -Sin un documento legal, lo olvidarías de ello en cuanto llegaras a Londres -dijo Peter.
-No. Ahora mismo hay una propiedad... mía a la venta...

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