Saturday, December 5, 2015

capitulo 3

Sonriendo con tanto vigor que le dolían los músculos de las mejillas, Lali, se movía por todo el salón, asegurándose de que todo iba conforme al programa. Llevaba meses preparando la gala, con la esperanza de despertar las conciencias y reunir suficiente dinero para el ala hospitalaria.
Lamentablemente, las cosas no iban tan bien como habría deseado y Lali sabía que la culpa era sólo suya.
Parecía como si todos los presentes la estuvieran observando. Podía ver su curiosidad, percibir su reprobación.
Y todo, porque había tenido la mala suerte de haberse relacionado con el hombre equivocado.
De todas las cosas que hubieran podido amargarle la gala, aquélla era la peor. Un huracán, una inundación, ni siquiera un incendio…
Podría haber manejado cualquiera de esos desastres. Apenas la habrían hecho parpadear.
Pero en vez de eso, era ella en persona el objeto de los ataques, su reputación había quedado dañada.
Le estaba bien empleado por relacionarse con Benjamin Amadeo. Debería haber sabido nada más conocerlo, que terminaría causándole problemas.
Y ahora todos los presentes, todos en Gabriel's Grossing, en todo el estado de Texas y hasta puede que en todo el país, pensaban que era una adultera culpable de haber roto el hogar de un hombre casado.
Eso era lo que decían las páginas de cotilleos del periódico. Su foto, junto a la de Benjamin y la de su mujer y sus dos hijos, estaba por todas partes, bajo titulares difamatorios en letras mayúsculas.
Ignorando las miradas y los murmullos que sabía iban dirigidos hacia ella, Lali prosiguió con su supervisión con la cabeza bien alta, actuando como si no ocurriera nada. Como si el corazón no le latiera a mil por hora, o no estuviera roja de vergüenza o las manos no le sudaran a causa de los nervios.
Nada de lo ocurrido en la semana transcurrida desde que saliera a la luz su aventura con Benjamin  la había llevado a creer que la gala benéfica no fuera a resultar un éxito. Ninguno de los invitados había cancelado su invitación con excusas de última hora para no asistir. Ningún miembro de la organización benéfica del hospital, había llamado para quejarse del escándalo que se había suscitado a su alrededor ni para expresar preocupación alguna porque su nombre estuviera ligado a la organización.
Motivo que la había llevado a creer que no se encontraría con ningún problema. Que aunque los periodistas estuvieran acampados en el césped de su casa, no se alteraría el curso de su vida.
Sin embargo, ya no estaba tan segura. En esos momentos pensaba que si lo más granado de la alta sociedad del centro de Texas estaba allí esa noche, era porque querían ver de cerca al miembro que había caído en desgracia.

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