Wednesday, December 2, 2015

capitulo 31

Esperaba encontrarse con el durante el desayuno, pero una criada la llevó a un impresionante comedor, donde Lali desayunó sola. La sensación de felicidad que la embargaba era nueva para ella. <Si ni siquiera sabe quien eres>, le decía una vocecita. Pero ella no quería escucharla.
Dominga no pudo disimular su sorpresa cuando la vio entrar en la oficina. Evidentemente, no la esperaba aquella mañana. ¿Cuánta gente sabría que habían pasado la noche juntos?, se preguntaba. Lali sabía que había roto todas sus reglas de comportamiento, pero le daba igual. Pensar en Peter  la hacía sentir tan feliz que nada más importaba.
Una de las secretarias intentaba enseñarle a usar el ordenador, pero Lali no podía concentrarse. ¿Debería haber buscado a Peter?, se preguntaba. ¿O debería esperar hasta que él fuera a buscarla?
Unas horas más tarde,Peter entro en la oficina para hablar con Dominga. El corazón de Lali se acelero y estuvo a punto de echarse en sus brazos, pero consiguió evitarlo. Esperando que él hiciera el primer movimiento, siguió mirándolo de soslayo. Llevaba un traje gris que le sentaba perfectamente y, por primera vez, Lali reconoció quién era Peter. Era un millonario, un hombre de negocios, un hombre a siglos de distancia de ella. Enfrentarse con esa realidad la dejó desolada.
Pero recuperó la confianza unos segundos después. Recordaba a Peter riéndose con ella la noche anterior, abrazándola...
Los segundos pasaban y el ni siquiera la miraba. Y Lali deseaba mirarlo. Necesitaba desesperadamente ver sus ojos. Pero no ocurrió. Un momento después, Peter salió de la oficina.
No la había visto. No podía haberla visto. En realidad, apenas era visible detrás del ordenador, se decía a sí misma. Quizá había pensado que seguía en la cama. Peter no la ignoraría después de lo que había ocurrido entre ellos. ¿Estaría intentando ser discreto?
Torturada por la inseguridad, en cuanto llegó la hora del almuerzo fue a su despacho, pero antes de llamar escucho la voz de Euguenia. Estaba gritándole algo a su hermano y el respondía, furioso.
-¡Como si fuera una esclava! -exclamó la joven, cerrando de un portazo unos segundos después-. Peter me ha amenazado con retirar mis tarjetas de crédito. Me siento tan humillada.
-Euguenia, por favor, no llores -la consoló Lali-. Seguro que no lo ha dicho en serio...
-Entonces es que no conoces a mi hermano -suspiró Euguenia-. Cree, que tiene derecho a decirme cómo debo vivir mi vida y que he tenido demasiada libertad...
-¿Demasiada? -repitió Lali, sorprendida. La hermana de Peter no parecía tener libertad para hacer nada. Excepto para comprarse ropa.
-Ahora no puedo ir a ninguna parte sin carabina. ¡A mi edad! ¡Seré el hazmerreír de todo el mundo!
Euguenia se alejó por el pasillo, llorando a moco tendido y Lali se quedó perpleja. ¿Una carabina? Aquello era una locura. Peter trataba a su hermana como si fuera una niña.
Lali llamó a la puerta del despacho antes de entrar. Peter estaba de espaldas, pero aún así, la tensión era evidente. El se volvió y la miró con ojos llenos de furia.
-¿Qué quieres?
-Quizá no es el mejor momento...
-¿Y por qué no va a ser el mejor momento? -la interrumpió él.
Lali se mordió los labios. De repente, su decisión de ir a verlo le parecía un tremendo error. -Se que Euguenia y lo habéis tenido una discusión.
-Eso no es asunto tuyo.

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