De modo que, aunque deseaba ir a ver a Peter para explicarle lo que había ocurrido sin más tiempo, sabía que no podía arriesgarse le dolía dejar que Peter pensara que había estado con otro hombre. En la tarde, Lali salió a dar un paseo. Rama había estado paseando por el apartamento, y ella no había querido molestarlo.
Euguenia la llamó al móvil en ese momento.
-¿Peter sigue contigo?
-No -contestó Lali.
-¿Te ha ofrecido un trabajo?
-¿Qué trabajo?
Ella le contó que estaba dispuesta a volver al colegio, pero no como interna. Peter le había dicho que no quería que se quedase sola en cuando él no estuviera en Londres.
-Así que sugirió que tú podrías ser mi acompañante -terminó Euguenia alegremente.
Lali miró al cielo. Aunque Peter no se hubiera marchado pensando que se acostaba con otro hombre, no le habría ofrecido el trabajo al saber que estaba embarazada.
-Gracias, pero no creo que fuera buena idea...
-Lali, estás loca por mi hermano y a mí me caes fenomenal. Si Peter te viera a menudo, podría sentirse atraído por ti.
-No lo creo -dijo Lali, sin saber si reír o llorar.
-¿Por qué no le has dicho que tú no eres Marianela? ¿Quieres que se lo diga yo?
-Por favor, no lo hagas. Te prometo que se lo diré dentro de un par de días. Siento mucho que tengas que guardarme el secreto. -Venga, Lali. ¿Es que crees que yo se lo cuento todo?
Lali salió del coche con el ramo de flores en la mano y siguió a las otros damas de honor.
Todas llevaban un precioso -vestido de brocado blanco ya que Marianela, tan original como siempre, había elegido un vestido de novia de color rosa. Radiante, su hermana salió del coche y tomó el brazo del padre de Rama.
-Llegas temprano -dijo el padrino-. Rama no ha llegado todavía.
-¿Dónde está? -preguntó Marianela, pálida.
-¡En un atasco! Llegará en cinco minutos.
El día anterior, Lali había estado varias horas de paseo. Marianela había vuelto al apartamento para hacer las paces con Rama y no había querido estar. No tenía ni idea de lo que había pasado pero Marianela seguía nerviosa, convencida de su novio no estaba decidido del todo a casarse con ella.
-Un deportivo paró en ese momento frente a la iglesia y, atónita, Lali vio a Peter salir del coche como una bala. -¿Es Rama? -preguntó Marianela.
-Lali observó a Peter como alguien que estaba a punto de que se le caiga el mundo encima. Su corazón latía con tal fuerza que pensó que se le iba a salirse del pecho. Parecía que, al fin, él se había dado cuenta de la farsa. ¿Qué otra cosa podía estar haciendo allí? ¿Sería tan cruel como para arruinar la boda de su hermana?
-Oh, no -murmuró Marianela-. Es Lanzani ¿verdad?
Peter subió los escalones de dos en dos. -se quedó parado al ver a Lali, tan pálida como la cera.
-Esto no puede ser. No puedes hacer esto... No lo permitiré.
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