Thursday, December 10, 2015

capitulo 50

Todo tipo de imágenes eróticas en las que ella llevaba la batuta y Peter quedaba a su merced pasaron por su cabeza, y Lali descubrió que era de lo más excitante. Con los dedos bien separados, apoyó las palmas en el torso desnudo y se inclinó hacia delante. El pelo se le desparramó por encima de los hombros, haciéndole cosquillas con las puntas. Vio cómo vibraban los impresionantes músculos pectorales y sintió que Peter se henchía dentro de ella. Conteniendo la sonrisa, Lali le recorrió la línea de la mandíbula con los labios. —Es muy agradable esta postura —murmuró, depositando un reguero de besos hasta llegar a la oreja—. Tenerte debajo de mí, indefenso. Peter flexionó los dedos para asirla con más fuerza. —Sólo espero poder resistir tu tortura. —Yo también.Lali le mordisqueó el lóbulo de la oreja y tiró suavemente de él, al tiempo que se elevaba sobre las rodillas, sólo unos centímetros, y después se dejaba caer suavemente de nuevo. Un áspero gemido brotó de lo más hondo de la garganta de él y Lali notó el calor que se formaba en su propio sexo. —¿Sabes lo que quiero de verdad? —preguntó, removiéndole el cabello oscuro con su aliento. —¿Qué? —replicó él con voz estrangulada, mientras trataba de no rendirse a sus instintos más básicos. —Quiero que me toques. Por todas partes. Adoro sentir tus manos en mi cuerpo. Dicho y hecho, Peter comenzó a explorar. Le agarró las nalgas con las palmas de las manos y se las apretó ligeramente antes de ascender por su torso hasta los pechos. Empezó a atormentarla frotándole nuevamente los pezones y con un gemido, Lali se inclinó y lo besó. Sensaciones de inmenso placer la invadían, elevándole la presión arterial y tensando sus músculos internos como las cuerdas de un violín bien afinado. Por muy bueno que hubiera imaginado que podía ser el sexo, jamás había esperado que llegara a ser como aquello. Que un hombre, cualquiera, pudiera hacerle sentir calor y frío al mismo tiempo; que la hiciera jadear y ronronear, estremecerse y sacudirse de aquella manera. Empezó a moverse llevada por el instinto, como si su cuerpo supiera perfectamente lo que quería. Sus caderas se mecían hacia delante y hacia atrás, haciendo que su cuerpo se deslizara arriba y abajo por el miembro erguido.

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