Sunday, December 13, 2015
capitulo 63
Peter y ella se encontraron fuera del palacio a las siete en punto. El palacio
estaba decorado con todo lujo de detalles, por dentro y por fuera, a la espera de la
fiesta que daría la familia real, la noche de Nochebuena.
—Buenos días —dijo él.
—Buenos días.
—Me alegro que hayas decidido acompañarme a la reunión —le dijo una vez
dentro del coche, que ya se alejaba del palacio por el camino empedrado de la
entrada.
—No me dejaste otra opción, ¿no, crees? —replicó ella, mirando por la ventana
para evitar mirarlo a los ojos directamente.
—Siempre tienes opción.
Ella volvió la cabeza y lo miró a los ojos verdes.
—Pues en tu nota no me dio la impresión de que me pidieras que te
acompañara.
—Temí que me dijeras que no, si te lo pedía —confesó él.
—Claro que no te habría dicho que no. Siempre y cuando esta reunión tenga
que ver de verdad con la fundación. ¿O acaso te lo has inventado para sacarme del
palacio unos días? —preguntó ella, tranquilamente.
Pasó un momento, antes de que Peter respondiera finalmente.
—Te aseguro que este viaje tiene que ver con la fundación y, aunque
probablemente hubiera podido ocuparme yo solo, considero que tu presencia es
importante. Creo que te alegrará haber ido.
Hizo una nueva pausa y dejó que el silencio se llenara de tensión, mientras le
sostenía la mirada con sus agudos ojos verdes.
—Pero también me alegra poder sacarte del palacio y tenerte para mí solo. Creo
que al final también tú te alegrarás.
Bajó la voz, hasta que su tono no fue más que un susurro cálido y meloso.
Lali se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento, pero con gran
esfuerzo evitó que Peter se diera cuenta.
Debería estar furiosa. Peter la estaba manipulando otra vez, empujándola
hacia el punto en el que quería tenerla, para persuadirla de que accediera a volver a
acostarse con él.
Y si algo podía decirse de Peter , sin temor a equivocarse, era que
sabía lo que quería y no aceptaba un no por respuesta.
Alandra no quería aceptarlo, ni siquiera para sí, pero la verdad era que esa
inquebrantable determinación suya a seducirla, hacía que se sintiera… especial.
No tenía la intención de jugar con él, de convertir eso… lo que fuera que
hubiera entre ellos, en un juego, pero de repente se dio cuenta de que se lo estaba
pasando bien. Disfrutaba sabiendo que la deseaba.
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