Sunday, December 13, 2015

capitulo 65

—Tardarán unos treinta minutos —le dijo a Lali, cuando colgó. Se quitó entonces la corbata y la chaqueta y las dejó sobre el respaldo de un sillón—. ¿Te apetece cambiarte y ponerte algo más cómodo, mientras llega la cena? La recorrió con la mirada de pies a cabeza, erizándole el vello de todo el cuerpo a su paso. Alandra sabía cuándo admitir una derrota y disfrutar de un hombre muy guapo, que estaba más que dispuesto a adorarla y complacerla, aunque sólo fuera durante un corto espacio de tiempo. —¿Alguna preferencia? —preguntó entonces ella, quitándose muy despacio el reloj y los pendientes. Después se llevó una mano al escote de la camisa y se desabrochó el primer botón. Peter observaba detenidamente cada uno de sus movimientos, con ojos resplandecientes de deseo, excitándola de manera incomparable. —Desnuda me parece perfecto —murmuró él, con la voz ronca de deseo. Ella se echó a reír suavemente, sintiéndose poderosa. —Todavía no, me parece —dijo ella, girándose sobre sus talones para dirigirse hacia el dormitorio—. No quiero que se asuste el camarero cuando llegue con la cena. —Si te ve desnuda, podría matarlo. Ella volvió a reír, mirándolo desde la puerta doble que daba acceso al dormitorio, las manos apoyadas en los tiradores. —Esperemos un poco antes de transformar este viaje en una escapada íntima. Si podemos evitarlo —añadió, mientras entraba y cerraba tras de sí—. Voy a ver qué encuentro. Permaneció en el dormitorio hasta que oyó que el camarero servía la cena y salía de nuevo. Abrió la puerta una rendija y vio a Peter de pie delante de la mesa redonda situada a un lado de la zona de estar, dispuesta en ella la vajilla y la cristalería. Salió del dormitorio y se paró en medio del salón, esperando a que se diera cuenta de su presencia. Al verla, Peter detuvo en seco el movimiento de levantar la tapa de plata de una de las fuentes y clavó la vista en ella. Lali se había puesto un camisón largo negro con tirantes finos y aberturas a cada lado hasta medio muslo. Iba descalza y las uñas pintadas de rojo sobresalían del bajo del camisón. El pelo suelto le caía por encima de los hombros. Supo, a juzgar por la mirada de Peter, que éste apreciaba lo que estaba viendo. —No estoy desnuda, pero espero que te parezca bien. Él tragó con dificultad. —Muy bien. No creí que fuera posible, pero ese camisón es casi mejor que la desnudez total. Ella sonrió divertida.

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