Monday, December 14, 2015

capitulo 6

Irguiendo el rostro, ahora blanco como una hoja de papel, Lali agregó: — Creo que es la hora de retirarme. — Te acompaño a casa —se ofreció Edwin. — No va a ser necesario — Lali protestó, dando un paso en dirección a la puerta. — No la deje salir así —sugirió Peter, con la misma calma que mostró desde el principio, el único de los tres en absoluto control. — Ella está acorralada y no quiere responder preguntas ahora. — ¿Cómo osa hablar como si yo no estuviese presente? —Lali protestó. — ¿Te pusiste mucho más valiente después que te alejaste de mí, no cara? —Peter la encaró con una mirada helado. — Se pierden los viejos hábitos deprisa. — Sr. Lanzani... —Edwin comenzó a hablar. Lali se alejó. Aquel fue el momento más difícil de su vida. ¿Realmente querría Peter ofenderla? ¿Cómo podía hablarle de aquel modo, frente a su jefe? ¿Por qué desearía humillarla en público? ¿Por qué destruir su reputación? ¿Y, por qué la acusaba de haber huido, hacía cuatro años? Lali creía estar teniendo una pesadilla. Y se preguntaba porqué Peter la odiaría. Él la odiaba. Si, la odiaba. ¿Por qué? Pero... ¿por qué la odiaría tanto? Él no tenía motivo para eso. Ella, si, tenía todos los motivos del mundo para odiar a Peter. Además de lo que hizo para arruinar su carrera, era el hombre que amaba y que la hirió terriblemente. En aquella fatídica noche, la hizo sentir como la más vil de las criaturas. — Nunca mezclo negocios con placer, cara —él murmuró aquella noche. Pero Lali no sospechaba que, al mismo tiempo en que le hacía el amor, planeaba despedirla. Su hermana, Jimena, dijo: — ¿Cómo puedes trabajar con él después de esto? Aquella noche fue decisiva. Lali reconoció que no podría continuar trabajando para Peter. Pero creyó que, si él no la quería más en la oficina, podría al menos ofrecerle una transferencia. Las Industrias Lanzani poseían filiales en muchos países. Santo Dios, ¿ya no había sufrido lo suficiente? ¿Por qué desearía Peter causarle más sufrimiento aún? El encargado de vestuario le preguntó: — ¿Quiere su casaca? — Por favor. Lali se vestía cuando Edwin Haland apareció, con aire perturbado. — Lali... ¿te estás yendo? — Pienso que es la mejor solución —ella respondió. — Quedé sorprendido con la rudeza de aquel hombre. Es imperdonable. Pero, ¿cuándo trabajaste para él?

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